“Polizón”
(Netflix, 2021) es lo último que he visto en cuanto a películas de
Ciencia-Ficción interplanetarias. Tengo que decir que la película me ha tenido
enganchado durante su primera media hora, pero poco a poco, la situación me ha
ido desbordando, desesperándome ante decisiones absurdas y ante una bajada de
ritmo narrativo tal, que ha llegado a dormir a un par de moscas que
revoloteaban por la pantalla. (A partir de aquí, ojo, destripo, advertido/a estás)
El
planteamiento es interesante. Misión espacial a Marte, con tres científicos altamente
cualificados para la misión que va a durar dos años, aunque uno de ellos se
tira media película mareado (en el despegue, en los paseos espaciales, al
levantarse por las mañanas, al comerse los krispies…). Tras el despegue, descubren a un polizón en el
tejado de la nave, cual golondrina ahí metido. Estaba poniendo la WiFi, y se
quedó dormido un día y medio entero.
Tras
convencerlo de que volver atrás puede significar ver “Gran Hermano 53” en TeleCirco,
el tipo parece integrarse bien. Ahora, las malas noticias vienen cuando se
enteran de que no tienen suficiente oxígeno para llegar a la Marte y que los
geranios para producirlo han pasado a mejor vida, y claro, las tormentas
solares que van en esta época del año a Urano, tampoco ayudan mucho…
Aquí se abre un debate filosófico del copón. Te matamos a ti por polizón. Me mato yo. El pianista debe morir… Y aquí es donde ya estás dando cabezadas hasta el final. La dejo a vuestra entera disposición.
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