Me
hubiera gustado que en los dos tomos que conforman “El Oro y la sangre”
(Spaceman Books, 2015), sus autores hubieran dejado claro, desde el principio,
que nos encontramos ante dos cómics de Historia Ficción. Porque, con La Leyenda
Negra que ya arrastramos (mucha de ella debida precisamente a nuestros vecinos
franceses), puede haber mucho lector ignorante que se crea la falacia, la
historia tergiversada, que se narra en estos dos cómics. Y es que en España
sabemos mucho de gente que se inventa y falsea la Historia, y de otros que se
creen esos embustes a pies juntillas.
En
este segundo volumen, que cierra la historia de un aristócrata y un corso
metidos a piratas primero, y defensores a ultranza de la Independencia del Rif
después, nos encontramos (de entrada) a un bondadoso Abd-El-Krim pidiendo el
rescate por los numerosos soldados españoles capturados en Annual y a los que
se perdonó la vida (nada más lejos de la realidad, y dato que además no ayuda a
honrar a aquellos hombres que fueron asesinados a sangre fría tras su
rendición).
Posteriormente,
Abd-El-Krim reúne a las tribus rifeñas para declarar la República del Rif ante
una desbordada España, que tiene que aceptar su derrota y una conferencia a
tres bandas con Francia y el propio Rif. Un tal coronel Franco es el encargado
de dejar las cosas atadas por parte española, mientras que Francia, que en
realidad quiere instalar un Protectorado, participa con medio millón de hombres
(¡Qué barbaridad!) en el Desembarco de Alhucemas (1925), derrotando a unos
rifeños que pierden a su líder, Abd-El-Krim, finalmente exiliado.
En
fin. El supuesto halo de romanticismo y revolución del cómic, se basa
fundamentalmente, en pisotear la Historia y faltarle al respeto al lector, y
como español, a la memoria de los caídos en aquella etapa de la Historia de
España, en una guerra absurda, cruel y sin mucho sentido, que fue la del Rif,
donde los franceses salen bien parados y los españoles, como siempre, son los
malvados enemigos a batir. Más de lo mismo.
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