Buena película “La Gran
Mentira” (2019), o eso al menos es lo que me ha parecido a mí, que me he
tragado la hora y cuarenta minutos que dura, sin protestar ni ponerme a mirar
el reloj.
Ambientada en Londres, donde
Gandalf (Ian McKellen) es un viejete con varias caras. Por un lado, un
estafador de la repera, y, por otro, un entrañable abuelete que luchó en la
Segunda Guerra Mundial, que intenta ligar con una adorable chica de su edad
(Helen Mirren).
El estafador, es un tipo sin escrúpulos,
que traiciona a diestro y siniestro, como el que toma café, y es capaz de
eliminar a cualquiera que se le ponga por medio, junto a un socio de la misma
calaña, que tiene nidos de golondrinas en las cejas.
El abuelete entrañable, es
alguien que levanta las suspicacias de Steven, el nieto de la viuda que se
quiere camelar, (para también estafarla), y que encima es un nene que está
sacándose el Doctorado estudiando a nazis como Albert Speer, y que le enseña
las fundas y los empastes a Gandalf, cada vez que lo ve.
La película tiene más giros y
piruetas que “La patrulla Águila”, enrevesándose según avanza, despertando en
el espectador el ¡Oh!, y el ¡Ah!, pero esos imposibles de “No se vayan todavía,
que aún hay más”, hace que sigas pendiente a ver en que desemboca esta “Gran
Mentira”, en la que, como digo, nada es lo que parece… Ciertamente, me ha entretenido
mucho, y yo, personalmente, os la recomiendo. Se deja ver.
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