La historia que nos
cuentan en “El sumiller” (Netflix, 2020) no es nueva. Elijah es un chico afroamericano
de Memphis. Sus padres tienen un negocio familiar, que va muy bien, basado en
la venta de costillas asadas y otras comidas rápidas para llevar.
El comienzo de la
película es bastante visual, en la que se ve el trabajo del padre antes de
abrir el asador, en lo que es un día normal, y la recogida de la uva, para
hacer vino. Sucediéndose escenas, de una cosa u otra. Me ha gustado mucho la
fotografía, y la música de Hit-Boy.
Elijah quiere ser sumiller.
Le encantan los vinos y se lo sabe todo acerca de ellos. El padre quiere que
herede el negocio familiar, y que se quite de la mollera el rollo de los vinos,
que, al fin y al cabo, es cosa de blancos snobs y pijos.
Elijah hará todo lo
posible para lograr su sueño, se pondrá a estudiar, se echará un amigo raro
(con la voz de Bob Esponja), con música hip-hop de fondo, mientras que su padre
y las circunstancias se le ponen cuesta arriba (la enfermedad de su madre). ¿A
qué os suena la historia de superación y logro de sueños? La originalidad se
busca en que el chico es afroamericano, y eso le hace que intentar ser
sumiller, sea más raro. Ha habido un momento en que se me ha hecho larga, pero
después he visto, que, lo que ocurre, es que la narrativa se ralentiza, y
mucho, durante cuarenta minutos. Y, el final, te deja Psssssss…
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