El tirón que tienen los gatos en internet
es indiscutible. Eso debieron pensar los cuatro guionistas y productores (creo
que dos) de la película francesa “Siete vidas, este gato es un peligro” (2016)
cuando se metieron en este fregado.
Kevin Spacey
recauchutado y Jennifer Garner no salvan esta cinta, a la que le sobra más de
media hora, y que tiene mucho bla, bla, bla, y algo de gato digitalizado hasta
las cejas. La pareja no funciona ni con superglue y es bastante insustancial.
Cuando llevas veinte minutos de visionado, te
dices: ¿Dónde carajo me he metido, donde está el gato? Y aparece Christopher
Walken, de repente, y te dices: “Pobre hombre, lo mal que debía estar para
aceptar trabajar aquí…”
El protagonista, un
Kevin Spacey venido a menos, le compra a su querida hija un gato (noruego, por
cierto, de raza no nacionalidad), el día de su cumpleaños. Él odia a los gatos,
y volviendo a casa de comprárselo a Walken, un rayo y posterior accidente hace
que Spacey se meta en el cuerpo del gato. ¿Os suena, verdad? Más trillado que
los campos de mi Etremaura. A partir
de ahí, comienzan las situaciones absurdas, disparatadas y repetitivas, con una
buena sobredosis de efectos por ordenador.
En fin, esta cinta
la dejo a vuestra elección. Yo reconozco haberla visto porque sale un gato,
pero es floja (por no decir mala) de narices. Vosotros… Vosotros ya me diréis
qué os ha parecido…
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