Pues
se nos fue Adam West (1928-2017), sin hacer ruido, de una leucemia, y nos deja
más huérfanos a los que le admiramos durante tanto tiempo, como actor, y como
persona, sobre todo por su papel en el icónico Batman televisivo de los
sesenta, hoy convertido en todo un icono pop, inabarcable, imprescindible.
Actor
desde muy joven, casado tres veces, el bueno de Adam viajó por toda Europa, se
arruinó, hizo series de televisión infantiles y para adolescentes, y trabajó
como actor de doblaje para series de animación.
Hoy,
como digo, nos sentimos más huérfanos, ya que son legión los fans que deja West
tras de sí. Un inolvidable de la televisión al que siempre recordaremos. Hasta
Siempre Maestro.
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