Muy poco era lo que sabía de
Louis Raemaekers (1869-1956) hasta que este libro cayó en mis manos: “Historia
en viñetas de la Gran Guerra” (2014). Una fascinante colección de viñetas, y
láminas, con un tono crítico y demoledor, que el dibujante editó durante cuatro
años, para pesadilla del Imperio Alemán.
Fue tanto el éxito de sus
viñetas, que el propio Imperio Alemán puso precio a la cabeza (12000 gulden) de este holandés que les hacía
más daño con sus pinceles y lápices que las balas de la Entente.
En 1917 hizo una gira por Estados
Unidos, seguidas de varias exposiciones, donde el artista (cuya madre era de
origen alemán, por cierto), mostraba la cara más inhumana de las tropas
germanas en el saqueo de Bélgica: Fusilamientos indiscriminados, matanzas de
niños, robos y violaciones… Eran los temas más recurrentes en las estampas de
Raemaekers, en la línea de Goya y sus “Desastres de la Guerra” (1814), o de
Daumier con la Guerra franco-prusiana.
Raemaekers llegó a exponer en
España, a pesar de que el embajador alemán intentó en varias ocasiones
sabotear, bajo amenazas, dichas exposiciones. E incluso llegó a alabar el
interés de Alfonso XIII por los desaparecidos y heridos de La Gran Guerra, con
una viñeta en la que aparece reconfortando a las madres de los soldados
aliados.
Elogiado por Roosevelt, sus
viñetas se hicieron muy famosas, convirtiéndose en dibujos de cajetillas de
cerillas y tabaco, postales y cromos. En los años cuarenta, tuvo que huir de Bélgica
a Inglaterra y a Estados Unidos, posteriormente, con el inicio de la Segunda
Guerra Mundial. Prácticamente olvidado, dejó de dibujar en 1941, habiendo
perdido aquella chispa mordaz, satírica, que tanto le había caracterizado, pero
dejando un legado fuerte e inolvidable. Volvió en 1953 a Holanda, y falleció en
1956.
Este libro, que consta de los
tres volúmenes que Raemaekers publicó en los cuatro años de guerra (casi
cuatrocientas páginas, y más de cien y pico de láminas), es una justa
dedicatoria a su obra y a su memoria. Cada una de las láminas del libro viene
acompañada con un texto explicativo, una noticia de un periódico o un informe
de bajas o atrocidades, todos muy relevantes.
A mí, personalmente, me ha
encantado su manera de dibujar, sencilla, con carboncillo, con un lápiz rápido
y seguro. Y su manera de narrar, impresionante. Lo considero un libro muy
recomendable e interesante.
(El manicomio)
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