“El hombre que nunca existió” (1955) es una de esas películas bélicas, poco conocidas, igual que el hecho histórico que narra, pero la mar de interesante.
Estamos
en 1943. En plena Guerra Mundial. Los Aliados planean realizar un desembarco en
Sicilia, pero las Fuerzas del Eje (alemanes e italianos) tienen la zona bien
reforzada, lo que es sinónimo de inmensas bajas aliadas en caso de desembarco.
En
el servicio secreto británico (concretamente en la Inteligencia Naval), Ewen
Montagu (que casualmente escribiría la novela del hecho, en la que se basa esta
cinta), se le ocurre un descabellado plan para desviar la atención alemana de
Sicilia. Dicho plan, la Operación Mincemeat, consiste en que un submarino
inglés suelte un cadáver frente a las costas onubenses. Dicho cadáver, supuesto
Oficial de alto rango inglés, el Mayor William Martin, llevará información
falsa en un maletín esposado a su cuerpo. Con el fin de que los españoles
(supuestamente neutrales) les den el cadáver a los espías alemanes, que a su
vez, antes de pasarlo de nuevo a manos españolas e inglesas para su
enterramiento, accederán a dicha información falsa… Que ellos consideraran
veraz. El cuerpo fue descubierto por un pescador de Punta Umbría, y lo demás ya
es Historia.
Se
trata de una película, en mi opinión, muy recomendable, por lo elaborado del
plan, por la interpretación (increíble) de sus pocos actores, que montan una
excelente trama, metódica, meticulosa y concisa en su narración. Con un malo
(Stephen Boyd, el de Ben-Hur) que hace un impresionante papel (como espía
alemán), aunque sale menos de veinte minutos contados. Entretenida, y muy
curiosa por el papelón que le asignan a los españoles, con boina calada,
Civiles con tricornio y bigotito, de un catetismo impresionante (aunque no sale que el médico español que le hizo la autopsia sospechó de la treta desde el primer momento, estos alemanes... Si se hubieran leído el informe...). Hasta diría
que es una cinta didáctica, no exagero. Lo dicho, no dejes de visionarla, está
francamente bien.
(Enterramiento verdadero del Mayor William Martin, en Huelva)
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