¿Qué
tenemos en “Train to Busan” (2016)? Pues tenemos una gran película coreana de
zombies. He de reconocer que los veinte primeros minutos no llegaban a
engancharme: Unos técnicos, vestidos de blanco, parando camionetas de granjeros
medio bebidos, ciervos que resucitan, un padre que no se comporta como un padre
y está más preocupado por el índice bursátil que por su propia hija…
Pero,
poco después, la cosa empieza casi por casualidad, y al poco tiempo, tenemos un
tren volando hacia ninguna parte, con la mitad de los vagones llenos de zombies
hambrientos, y un grupo de supervivientes muy peculiares: Los jugadores de un
equipo juvenil de béisbol y su única animadora, una joven embarazada y su
marido, un par de abuelas, un egoísta jefe de estación, un valiente conductor y
un puñado de extras que irán cayendo como moscas a lo largo de la cinta.
La
crisis desatada nos mostrará lo peor del ser humano, y la capacidad de los
zombies por atacar, correr los cien metros en cinco segundos, descuartizar y
morder todo lo que se mueve con una expresión casi artística. Aparte de
relevarnos varios datos interesantes para entender, aunque sea con pinceladas,
el origen del caos producido.
No
soy muy aficionado al cine “zómbico”, porque la verdad es que siempre he
pensado que es muy repetitivo: Tú corres, y los zombies te dicen Arrrgg, o
Errggh, con sus cuerpos descoyuntados, y toda esa parafernalia… Pero he de
reconocer que “Train to Busan” es trepidante, entretenida y se deja ver. Os la recomiendo, por supuesto. Y, no dejéis
de correr.
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