“Juego
de manos” de Jason Lutes no es lo primero que he leído de este autor
norteamericano. Tuve la suerte, hace ya unos años, de adquirir y leer sus dos
primeras partes de lo que será una trilogía: “Berlín. Ciudad de piedras” y “Berlín.
Ciudad de humo”, sobre la vida en la ciudad alemana durante la República de
Weimar, publicadas en España por Astiberri, y las cuales recomiendo
encarecidamente.
El estilo de Jason Lutes es muy característico.
Está cargado de un expresionismo brutal, casi xilográfico en algunas viñetas.
Cuadros cerrados, de diversos tamaños, dominados por el blanco y negro (más en
la Primera que en la Segunda parte del tomo) y por la ausencia de fondos en la
mayoría de los casos, porque cuando Lutes dibuja un fondo, o un paisaje, este
es revelador, pero no necesario cuando desarrolla toda su narración, no lo
necesitamos, no aportaría nada.
“Juego
de manos” es una novela gráfica que editó en 1994 gracias a una beca. Venía de
hacer algunas historias cortas, y con esta novela dio el salto definitivo. Si “Ghost
World” de Daniel Clowes está basado en ese costumbrismo americano, de sociedad
medio-baja, barrios empobrecidos y trabajos mal pagados, yo creo que Lutes lo
supera con creces con esta novela, no tan amable en cuanto a la presentación de
hechos y personajes. Es una novela gráfica, un cómic, duro. Real y duro, muy
descriptivo de una parte de esa sociedad americana a la que hacía mención
antes.
Nos
encontramos con un mago fracasado, Ernie, obsesionado con la muerte de su
hermano, mago igualmente, como él. Las pesadillas de su muerte le persiguen
mientras él, poco a poco, sin trabajo ni futuro, se convierte en un mendigo. Pronto
se ve en compañía de otro viejo mago, venido a menos, Flosso el Magnífico, y de
un timador de poca monta, Charlie, que junto a su hija, Claire, viven en un
coche debajo de un viaducto, y a los que se les une, con el tiempo Esther, la
antigua novia del hermano de Ernie (Howard, por cierto). La única esperanza del
grupo es que, al menos Claire, logre ser una buena maga y se busque la vida,
mientras que el grupo se va sumiendo en su propia espiral de miedos y
desesperanza.
P.D:
Francamente, recomendable.
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