“Mi
perfecta hermana” (2015) es una película sueca que me ha parecido muy
interesante en su planteamiento, pero poco arriesgada en su desarrollo
narrativo, con unos personajes muy contados y concretos, lo cual es una pena
porque la trama merece la pena, y quizás afrontarla de otra manera, más
directa, me hubiera enganchado mucho más a ella de lo que lo ha hecho. Para mí,
personalmente, lo más jugoso de la cinta son los últimos cuarenta minutos.
Nos encontramos a dos hermanas adolescentes.
Katia, la mayor, es una guapa y excelente patinadora sobre el hielo, está
acostumbrada al entrenamiento duro y a ganar trofeos, es una deportista nata.
La persona que más la admira es su hermana pequeña, Stella, que comienza a
entrar en la adolescencia, con los tonteos típicos que ello conlleva: Chicos,
enamoramientos, rabietas… Stella es regordeta, y no se le da tan bien el
patinaje. A la persona que más admira, como digo, es a su hermana Katia, pero
pronto comenzará a tener sus roces con ella, y más cuando descubre que Katia
tiene un serio trastorno alimenticio que ha mantenido oculto durante mucho
tiempo.
El trastorno alimenticio, la incipiente
anorexia, de Katia hará que Stella se plantee si debe traicionar a su hermana,
contando a sus padres el problema, o si por el contrario debe callar tal y como
se lo ha pedido Katia.
El
pequeño universo familiar poco a poco se va a resentir con todo el conflicto
interno que sufre Stella ante la disyuntiva que se le plantea. ¿Debe hablar con
sus padres o ignorar el problema?
Presentación,
nudo y desenlace. Una triste realidad, sí, pero se pasa muy de puntillas por el
tema la primera parte del film, la segunda parte es otra cosa, es donde realmente
encuentras miga. Aun así, merece mucho la pena su visionado, y yo os la
recomiendo.
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