“Un
monstruo en mi puerta”, (originalmente se llama “Una chica en mi puerta”, pero
en España han cambiado chica por monstruo), película surcoreana que llegó hasta
mi con buenas referencias y críticas.
Como no suelo ver mucho cine asiático, aparte
de mucho Anime y mucho Manga, pues me decidí a verla. La historia gira en torno
a una joven comisario, que es enviada desde Seúl, a un pueblito costero donde
apenas hay jóvenes, o al menos no muchos. Desde que llega, Lee Young-nam, la
policía, conoce a una joven que la intriga mucho. Se trata de Dohee. La
muchacha es maltratada por sus compañeros de clase y por su padrastro, un tipo
bastante desagradable, alcohólico (y que se gasta unas camisas hawaianas bastante
horteras) y que maltrata a los trabajadores inmigrantes del pueblo, bajo la
mirada absorta de una abuela adicta a las motos y a la bebida, con una lengua
viperina, y que le daría miedo a cualquier personaje de Street Fighter.
Ante este hermoso panorama, que le ofrece el
bucólico pueblo anclado en el pasotismo total, Young-nam, que tiene la simpatía
de una vara de avellano y la sociabilidad de un pokemon en un Registro Civil,
opta por dar cobijo a la chica en su propia casa. Al principio la relación entre
las dos es un tanto rara. La chica no es que hable mucho, a ratos parece que se
ha escapado de una película japonesa de terror (es comprensible, con la vida
que le dan el padrastro y la abuela motorizada), pero pronto Dohee suelta
lengua y no para de hablar y a ratos se le va la pinza…
Y hasta aquí os voy a contar, que no se trata
de destrozaros la película con spoilers. Merece la pena, en mi opinión, aunque
solo sea por conocer a la abuela alcohólica motorizada y ver los litros de
vodka que se bebe el personal.
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