Los
recuerdos que tengo de Bud Spencer son, prácticamente, los mismos que los que
tengo de Terence Hill. Tardes de
bocadillo de chocolate, finales de los setenta, principios de los ochenta, y
risas y risas y más risas. Estos dos, sin duda, no hacían buen cine, no eran
actores de cine de autor, pero hacían las delicias de todos los niños, en el
cine de verano, con aquellas comedias del lejano Oeste, o ambientadas en el
Miami de los setenta, con un denominador común: Bofetadas como panes.
Hoy se nos ha ido Bud Spencer. Hace un par de
semanas leí, por casualidad, su última entrevista en El País, donde reconocía
(no hace falta que lo hiciera) que nunca fue actor. Fue nadador olímpico,
diseñador de trajes, empresario… Hizo absolutamente de todo, pero que no fue
actor.
En fin Bud, no sé si fuiste o no actor, lo que
sí sé es que hoy nos dejas un poco huérfano, y que siempre recordaré con cariño
la escena de Le llamaban Trinidad, para mi mítica, donde eras la mano izquierda
del diablo (la derecha lo era Terence Hill) y en donde un mexicano loco atormentaba
a unos amish, ¿o eran mormones?, y entre bofetada y bofetada, te llegó tu
turno, y resolviste aquella situación con… Una buena bofetada con la mano
abierta. Hoy no sería un tipo de cine adecuado para niños, pero… Por Dios, lo
que nos reímos.
Grande en todos los sentidos. Le llamaban Trinidad es mejor que muchos westerns yankis de prestigo. Algún día lo reconocerán jeje.
ResponderEliminarEs así. En Le llamaban Trinidad, hoy ya más de uno lo estaba diciendo en la radio, puedes ver (quitando el trasfondo cómico) la vida en el Oeste: Sucios, traicioneros, violentos y guarros, mucho mejor que en Centauros del Desierto. Es algo que llevo diciendo años, pero en fin... ¿Camisas planchadas en el Oeste?, vamos hombre...
ResponderEliminarPor supuesto. Mucho más realista.
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