Hace unos años, concretamente en 2022, un par de hermanos australianos,
que viven entre Los Ángeles y su país natal, dieron un campanazo con una
película de terror, que yo, por mucho que intenté verla, no fui capaz de
encontrar ni de localizar, porque solo me salía en el Amazon de Yanquilandia
para alquilar.
Aquella película se llamaba
“Talk to me” (Háblame), y con un presupuesto de 4,5 millones de dólares,
recaudó 100 milloncejos. Campanada gorda.
Estos dos hermanos,
llamados Danny y Michael Philippou, que además de directores y guionistas, son
youtubers y te llevan el café al set de rodaje, han vuelto a las andadas con
una nueva película de terror, que si he podido ver en esta ocasión, y que, a
pesar de no haber tenido el éxito de su anterior proyecto, han sacado algo de
plata de un proyecto rodado en Australia por 15 millones y cuya recaudación
mundial ha superado levemente los 27 “minolles”…
Os hablo de “Devuélvemela”,
película de 2025, de una hora y casi cuarenta minutos de metraje, y terror,
gore, “chatanismo” y niños-adolescentes… La perfecta combo.
Producida por A24, que suele apostar por este tipo
de producciones con bastante éxito, “Devuélvemela” más que una película de
terror al uso, más que asustarte con ochenta mil decibelios de violín chirriante,
lo que busca es incomodar, buscar en el espectador el malestar emocional, que
te remuevas en el sofá y para ello no duda en mezclar lo que parecen ser en un
principio material snuff, que después van a resultar ser vídeos “chatánicos” o
de una índole parecida, porque esa parte no me ha quedado clara, con maltrato
físico y emocional por parte de una cuidadora a una serie de niños, horror de
andar por casa, sadismo y ocultismo que van de la mano, y un dolor que traspasa
lo físico, como os digo, más emocional.
No es original en cuanto al
planteamiento, y a mi me ha dejado muchas dudas sin contestar, muchas
incógnitas, pero se agradece como os decía antes la carencia de sustos de
violines chirriantes, “jump scares” que llaman los anglosajones, y la presencia
de un gato que hace un papel que espero que acabe en algún premio
cinematográfico australiano por su increíble actuación, que es digna de
quitarse el sombrero, en mi caso, la boina.
En la narrativa tenemos, en
una primera escena a dos hermanastros, menores de edad: Andy el mayor, un chico
responsable que ha tenido un pasado difícil y que asume un papel protector
frente a Piper, su hermana de origen asiático, prácticamente ciega, que intenta
hacer amigos y ser una adolescente más en un mundo que no la acepta.
Al llegar a casa, un golpe
seco les pone en alerta, su padre ha caído muerto, fulminado, en la ducha de
casa. Andy quiere hacerse cargo de su hermana, pero los asuntos sociales los
mandan a una casa apartada en mitad de la nada, rodeada por un círculo blanco
de cal. Lo más normal del mundo, donde una trabajadora social, Laura, que se ve
a la milla que está como una cabra en bicicleta, se hará cargo de ellos.
Laura vive con Oliver, un
nene retraído, mudo, rapado al uno, pecho al aire como legionario australiano,
que parece estar poseído por una entidad demoniaca que no puede salir del
círculo que rodea la propiedad, y que atosiga al gato a todas horas.
Desde un principio, Laura
la toma con Andy e intentará romper el vínculo entre los dos hermanos.
Laura, que al parecer,
perdió a una hija biológica, ha perdido la cabeza e intenta recuperarla con
ritos ocultistas, mantiene el cuerpo en un congelador junto a los helados y los
flashs de cola, y cree que los dos hermanos pueden ser la pieza que le falta
para traer a la vida a su hija con sus rollos esotéricos.
Y con este percal, sálvese
quien pueda con la loca de Laura en casa, sus tejemanejes y Oliver con arrepios
demoniacos que hacen que se autolesione con todo tipo de objetos punzantes,
siendo el cuchillo de cocina su favorito para estos menesteres.
En definitiva: La película no está mal, y, de hecho, yo la he disfrutado bastante, pero creo que adolece de un metraje excesivo para lo que te quieren contar. Su hora y casi cuarenta minutos tiene mucho relleno de situación, el ritmo es lento y lo visceral va a ser lo que haga, que, como espectador, te revuelvas un poco. Con veinte minutos menos, ganas en ritmo, te cuenta lo mismo y hasta puede ser más “trepidante”, si se me permite la palabra.
¿Quién es la víctima? Al
final, la reflexión es que todos a su manera lo son. Eso te lo tienes que
plantear tú como espectador, ellos muestran y tú sacas conclusiones. No te va a
dar muchas respuestas como os decía anteriormente.
El tema sobrenatural está bien cosido con lo
terrenal, la perdida de una hija, la soledad y locura de una madre que se le ha
ido la chaveta.
Y que hará todo lo que se
le pase por la cabeza para recuperarla, incluyendo el “chatanismo”. “Devuélvemela”
puede analizarse desde distintos enfoques en cuanto a ese respecto. Buenas
interpretaciones, buena fotografía, música apenas perceptible, creo que merece
la pena su visionado siempre y cuando no seas de estómago sensible, porque
puedo entender que a alguno le resulte dura por momentos.
De nota le voy a dar un 6. Ya me diréis que os pareció.
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