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Con el cómic que
os traigo hoy, “Tomcat” publicado por Norma Editorial en febrero de 2025, y que
viene de la mano de Romain Hugault en cuanto a los lápices, y Anastasia Heinzl
al guion, a la historia, lo tengo difícil, muy difícil para expresar en palabras
todo lo que sientes con este tomo entre las manos.
Estamos de acuerdo que solo son 72
páginas, pero menudas 72 páginas… Tapa dura, y con la icónica imagen del mítico
F-14 Tomcat en la portada.
Un avión de combate, creado en los
setenta como interceptor de bombarderos soviéticos (Tupolev 22), a pesar de su
imagen de caza, de una envergadura y un coste de mantenimiento nunca vistos en
los Estados Unidos que venían de salir mal parados de la Guerra de Vietnam, y
que presentaban a un chico nuevo en el barrio, en teoría para enfrentarse a sus
equivalentes soviéticos, algo que nunca llegó a suceder, aunque si lo hizo
contra cazas libios, y bajo bandera iraní, contra iraquíes… Un avión retirado
en 2006, que daba también muchos quebraderos de cabeza por sus continuos fallos
y accidentes, y que solo Irán mantiene en activo…
El F-14 era el avión en el que pensabas
en los Ochenta cuando soñabas con ser piloto de combate.
Era el avión que pilotabas cuando
jugabas al Afterburner, al Chuck Yeager´s Air Combat (al que le dediqué muchas
horas, semanas en su día), al U.S Navy Fighters, y que tenía hasta un simulador
para la GameBoy…
El F-14 era el avión que se enfrentaba a
los Zeros japoneses de la Segunda Guerra Mundial en la película de Ciencia
Ficción, “El Final de la Cuenta Atrás” de 1980, que, por cierto, si no la
habéis visto, os la recomiendo. También era el avión de Tom Cruise en “Top Gun”
e “Independence Day”
Y el F-14 era el avión que usaban los
GIJOEs en los ochenta, un juguete carísimo que cualquier niño quería en
aquellos tiempos, pero que rara vez caía en Navidades en alguna casa por su
excesivo precio.
Por eso os digo, que, con este cómic,
puedes despertar muchas sensaciones, en torno a un avión que formó desde luego
parte de mi juventud, y de mi primera cultura cinematográfica y recreativa,
porque pilotar el F-14 del Afterburner era casi imposible…
Pero,
centrándonos precisamente en este tomo… ¿Qué nos ofrece “TomCat”? Una historia
basada en hechos reales.
“TomCat” se divide en tres partes. Las
dos primeras corresponden al cómic en sí. La primera es la creación del F-14,
una historia prácticamente narrada por el propio avión, donde es el
protagonista principal, y donde vemos sus inicios, concretamente el de un
avión, el “Victory 207” del ya mítico escuadrón “Jolly Rogers”, que pertenecía
a la versión A, y que se fabricó en la Navidad de 1977 en la fábrica Grumman de
Calverton en el Estado de Nueva York.
Destacado en 1980 en el portaviones Nimitz, en mayo de 1981 el apontaje de un EA-6B Prowler acabó con la vida de 14 marineros y la destrucción de 12 aviones, por lo que nuestro F-14 pasó a los “Black Aces”, y recibió un nuevo nombre de pila: “Fast Eagle 107”, siendo desplegado en el Mediterráneo frente a Libia donde tuvo un enfrentamiento exitoso frente a dos SU-17 libios que fueron derribados en uno de los momentos de más tensión de ese año, entre la Libia de Gadafi y los Estados Unidos, lo que se conoció como “El Incidente del Golfo de Sirte”.
Tras estos sucesos, viene la segunda
parte, titulada “Kara”, en la cual nuestro F-14 forma parte de un nuevo
escuadrón, los “Black Lions”, y cede su protagonismo a Kara Hultgreen, una
joven piloto que murió a los mandos de ese mismo caza que hemos visto en la
primera parte durante el apontaje del 25 de octubre de 1994, donde el reactor
izquierdo falló en pleno proceso de apontaje e hizo bascular el F-14. Un fallo que
era, al parecer habitual, junto a los del compresor, y que causó muchísimos
accidentes en la serie A al que pertenecía nuestro F-14.
El inicio del cómic, el prólogo, ya nos
vaticina esta segunda parte, donde conoceremos a Kara. Quien, y como era, como
llegó a ser piloto de la Armada, y todo lo relacionado con su accidente.
El dibujo de esta segunda parte es un
poco diferente (Ojo, pero no malo ni bajo en calidad, solamente diferente),
porque Romain Hugault dibuja aviones y barcos como si fuesen fotografías, pero
cuando se trata de personas, siempre tengo la sensación de que pierde en
movimiento, y gana en poses muy del estilo “pin-ups”.
Y, para finalizar, el postre: Todo lo
que debes saber sobre los F-14 Tomcat: Historia, planos, proceso de dibujo,
recogido en un extra que quita el hipo totalmente.
En definitiva: Pues, en definitiva, como
decía al principio, se me hace muy difícil resumir en poco tiempo todo lo que
puedes sentir con este cómic, y más si eres aficionado al mundo de la aviación,
a los modelos, las características y las historias que hay detrás de cada uno de
ellos.
Solamente leyendo el cómic, te podrás
hacer una idea de lo que hablo, o de lo que intento expresar. Así que, creo,
que es lo que deberías hacer… Leerte el cómic y compartir conmigo, con todos
nosotros, lo que te ha parecido, y si lo has disfrutado tanto como lo he hecho
yo.
Tanto Romain Hugault como Anastasia Heinzl han hecho un trabajo magnífico, y más al recuperar la historia, la memoria de Kara y su amor por los aviones, por la aviación, y la de aquel mítico F-14 que acabó estrellándose.
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