“Antes era
divertido” es una película de cine independiente, canadiense de 2023, que tengo
que reconocer que me ha descolocado un poco, ya que en un principio me ha
parecido las típicas películas de cine independiente que me tragaba por un par
de euros, o más bien de pesetas, hace treinta años en cines independientes como
el COC de Badajoz, al que yo era bastante asiduo.
La primera parte de su hora y cuarenta
minutos de metraje me ha parecido que navegaba por aguas mansas, y no sabía
bien adonde nos quería llevar, aunque sus primeros retrocesos y avances en el
tiempo narrativo me tenían un poco descolocado, y pasado el ecuador de la
película, la vaina va “in crescendo” hasta alcanzar niveles en los que
realmente ya me estaba perdiendo, era como una cascada de cosas en la que como
espectador, me decía: O no me entero o se me están escapando movidas que no
alcanzo a comprender…
Pero, finalmente, cuando ya ves todo el
puzle, y ves que todo encaja, te quedas por un lado tranquilo, porque no has
perdido tus capacidades mentales de momento, y por otro lado, un tanto
inquieto…
Efectivamente, la película engaña desde
el principio, y desde luego no va de lo que me había creído que iba, sino que
hay escondida una historia bastante chunga referida a un abuso, a una
“violinización”, que la trama no aborda de frente en ningún momento, hasta que
te encuentras con un Juicio en toda la cara y todo se destapa.
Pero
antes de llegar ahí, la directora, Ally Pankiw, que también es guionista, y
sospecho que se encargó de recoger las tazas de café por el set de rodaje, y
que se estrenó con esta película en cines, aunque ya venía de rodar un episodio
de la exitosa serie “Black Mirror” hace unos años (concretamente aquel que
salía Salma Hayek de protagonista), nos enmascara una narrativa que parece
anodina en un principio, pero que su resultado final es desgarrador, y
esperanzador a partes iguales, mezclando sabiamente el drama con unos ligeros
tintes de humor, al estilo “Club de la Comedia” en versión canadiense.
En
la narrativa tenemos a Sam, una joven humorista, que intenta buscarse la vida
en lo suyo mientras vive con dos compañeros de piso que le pagan el alquiler
debido a sus bajos ingresos, y que ha sido “au pair” en Gran Bretaña.
Ya desde el principio, vemos que tiene
un vinculo especial con una adolescente llamada Brooke, que aparece en los
noticieros como escapada de casa o desaparecida.
La vinculación entre ambas, será el
pegamento de toda la trama, aunque aún no lo sepamos.
Sam es contratada como canguro por Cameron, el padre de Brooke, que tiene un alto tren de vida y cuya mujer se encuentra muy enferma, quedando Brooke sola y bastante rebelde con la vida. La madre de Brooke fallecerá al cabo de poco tiempo, agudizando más la situación de la adolescente, que se ve en unas circunstancias difíciles de salir, con el tonteo de los chicos, el alcohol, las primeras drogas y la falta del padre, mientras que Sam, que en un principio se nos presenta como una chica divertida, extrovertida y muy enfocada en el humor, irá pasando por un proceso de introspección, cerrándose a sus compañeros de piso y amigos, basculando en su relaciones sentimentales y echando a perder parte de su vida, tanto personal como profesional, pero no llegas a sospechar lo perturbador de su situación hasta casi el final de la película.
Desde
el principio la veremos con estrés postraumático, aunque como os he comentado,
la película engaña, descentra y confunde, con tantas idas y venidas al pasado y
al presente, y sabes que algo no encaja del todo en la historia de Sam y Brooke,
con la que cada vez se siente más apegada, más que como una canguro, como una
amiga o incluso como una hermana mayor, aunque quizás no tanto como una madre,
o por lo menos ese sentimiento no me lo ha parecido a mí.
Delante
del público es una persona divertida, pero su involución hacia la depresión, es
clara según pasa el metraje, de hecho, la película se titula realmente “Antes
era divertida, o solía ser divertida”.
Y
no es hasta bien pasado el ecuador cuando nos enteramos de que una huida
nocturna de la casa de Brooke, que parecía ser una fuga de gas, es en realidad,
una “violinización” que sufre Sam por parte de un Cameron bastante pasado de
copas, que acabará en juicio, y con una Brooke ya completamente desatada,
escapada de casa y metida en rollos chungos, mientras Sam se debate entre el
bienestar de la chica y su propio bienestar.
En
definitiva: Tengo que reconocer que, durante la primera hora, he pensado: La de
películas de este estilo que me veía hace treinta años, y oye… Que ya no me
enganchan ni me convencen… Pero por saber hasta donde llegaba, me he quedado a
verla y la descolocación ante los hechos y los últimos quince minutos me han
hecho reflexionar ante una película que iba a suspender sin parpadear.
La película se merece el cinco, que es la nota que le voy a dar, pero creo que incluso me hubiera atrevido a darle el seis si tuviera media hora menos de metraje, y no tantos flashbacks que marean al más paciente. El final, eso sí, me ha parecido muy pastelero y poco creíble, las dos, Sam y Brooke, rehacen su relación de amistad pura y verdadera, a pesar de que el padre de la nena ha “violinizado” a su cuidadora, y este se traga cinco años en la cárcel… No sé Rick, parece falso. Lo dejo por aquí.
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