“El Juego del Ascensor” es una película estadounidense
de 2023, producción estadounidense de terror (pero con actores canadienses y
rodada en Canadá), que viene a poner encima de la palestra una de esas
historias basadas en leyendas urbanas, en esta ocasión creo que surcoreana, y
que al parecer, tiene su antecedente en otra de idéntico nombre de 2018, que varía
ligeramente el argumento y los hechos, y de la que no he encontrado nada, ni un
fotograma, más allá que alguna referencia casual en alguna web.
La
película de una hora y media, ya os adelanto que es bastante mala, y su
disfrute puede variar de la dosis de orfidal con licor de bellota que lleves
para el cuerpo esa tarde. Habrá gente, ojo, que la disfrute, y es que, si tuviera
unos quince o veinte minutos menos de metraje y personajes no tan
estereotipados, no tan típicos o tópicos, algunos hasta desagradables en cuanto
a comportamiento o maneras de actuar, podría ser hasta más digerible.
“El Juego del Ascensor” peca de malos efectos especiales, buenas actuaciones de un par de actores, pero malas o poco logradas por otros, comenzando por el chico protagonista, que no se lo cree nadie y que sobreactúa en todo momento, y que nos ofrece una historia, una trama predecible, con pocos sustos, un fantasma un tanto cutre y un arranque, que, quitando el prólogo de presentación sobre lo que va a ir la película, tarda en arrancar prácticamente 40-45 minutos, por lo que te da tiempo a bostezar cuando todavía no ha comenzado el sarao.
¿Qué te
vas a encontrar en la narrativa de “El Juego del Ascensor”? La historia
comienza con una chica, Becky, que se ha propuesto hacer un reto viral
basándose en una leyenda urbana. Montada en un ascensor, y siguiendo una
secuencia determinada de tocar números, y visitar las diferentes plantas, se
supone que se abre una dimensión fantasmal, “El Mundo Rojo”, donde el fantasma
de una chica, “La Mujer del Quinto Piso”, que fue aplastada horrendamente por
un ascensor, tras ser abandonada allí por los que ella pensaba que eran unos
colegas, y resultaron unos hijos de chocolate puro.
Si rompes las reglas, abres los ojos o miras o intentas interactuar con la fantasma, esta, que se desplaza como una tanqueta alemana de la Segunda Guerra Mundial, moviendo la cabeza rotativamente, te destroza de las maneras más originales posibles, y también el alma… Vamos, que no deja nada, ni cuerpo ni alma, y después se pone a vagar por el barrio rojo dimensional donde vive. Por supuesto, Becky no pasa el rato y sucumbe a la fantasma.
Tras esto, asistimos a una versión de la pandilla de Scooby Doo, “Misterios S.A”, solo falta precisamente Scooby Doo. Tenemos al chulito, ligón asiático, que no se calla ni debajo del agua (Fred), a la guapa rubia (no es pelirroja, pero hace el rolo perfectamente), a una chica que podría hacer de Velma, sosegada y con algo de empatía (aunque no es Velma ni por asomo), y al miedica del grupo, que hace círculos de sal y se mea encima (un Shaggy bastante patético). Todos se conocieron en el instituto y se hicieron un canal de la red social de turno…
Un grupo de influencers,
youtubers, cazadores de fantasmas, que están en horas bajas y a punto de perder
al único patrocinador que tienen (no se me preocupen, otros sobrevivimos sin
esas historias). Ryan, el hermano de Becky, se presenta como nuevo miembro
colaborador del grupo, esta información (la que es hermano de la desaparecida
Becky, no la da hasta pasada media hora), y convence al grupo para realizar el
juego del ascensor.
Su
objetivo es averiguar qué le pasó a su hermana, descubriendo al grupo que el
chulito del mismo, fue el responsable de que su hermana hiciera el reto.
El grupo, por supuesto, hace
el reto también mal, y empiezan a caer como moscas ante la fantasma, que lo
mismo te hace sombras chinescas, que te asusta con las uñas de los pies,
posiblemente lo que más escalofríos me ha dado en toda la hora y media de
metraje.
En definitiva: Película que llega a aburrir por momentos, con actuaciones reguleras, efectos especiales cutres, que juegan mucho a las sombras chinescas, e idea de lo que es un ser fantasmal de hace treinta años. La música no está mal, y poco más. Viven en una ciudad en la que parece que no pasan de la docena y media de habitantes. Comienza bien, pero se desinfla enseguida, haciéndose predecible y pidiendo la hora ella solita. Nota: Un 3,5. Entiendo que a alguien le pueda hacer pasar la tarde, pero en mi opinión, es perder el tiempo.
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