El Palacio Infinito (Moztros, 2024) Shintaro Kago

 
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         En los últimos tiempos, uno de mis mayores descubrimientos en el mundo del manga ha sido Shintaro Kago, un autor japonés de 55 años, que me gustó desde el primer momento por tener un sentido del humor muy peculiar, muy particular, y un sentido de la narrativa aparentemente caótico en el que llega a mezclar la Historia con el surrealismo, lo onírico, las fantasías sexuales, el gore y mil elementos más que lo distinguen como uno de los grandes Maestros actuales del Manga ero-guro, para adultos, escatológico, y lleno de humor negro.

         Tanto por el blog, como por el Canal de Youtube ya le hemos dedicado algunas reseñas a cómics suyos que ocupan un lugar especial en mis estanterías y que son de lo más recomendables. De hecho, suele ser habitual que cada pocos meses le dedique una entrada en el blog, o un vídeo en el Canal, ya que Shintaro Kago ha demostrado ser muy prolífico, no tanto como Junji Ito que ha publicado cientos de cómics en los últimos quince años, pero anda por ahí.

         Así, por si os interesa, tenemos las reseñas de: “Daño Cerebral” (Ponent Mon, 2024), “Ciudades e Infraestructuras” (Ponent Mon, 2024), “Compendio de la Verdadera Historia Universal” (ECC, 2019), “La Formidable Invasión Mongola” (ECC, 2023) y “Cuerpos Extraños” (Ponent Mon, 2022)...Es verdad que no es ni una cuarta parte de lo que ha publicado Kago hasta la fecha, pero quizás os sirva para conocer un poco mejor el Universo Kago, y ahora le toca el turno a “El Palacio Infinito”, publicado por la Editorial Moztros en 2024, que es otra de sus maravillas con todas sus particularidades…

       ¿De qué va “El Palacio Infinito”?, en esta ocasión Shintaro Kago juega con el tema de las realidades paralelas o alternas, o de los llamados “What if…?” del Universo Marvel, y si se me apura y me voy un poco más allá, hasta los años ochenta, a aquellos libros-juegos fantásticos de la Editorial Timun Mas, en los cuales según las decisiones tomadas, teníamos un desarrollo de la narrativa u otro.

        Es decir, Shintaro Kago no es completamente original en la idea planteada en “El Palacio Infinito”, porque incluso lo podéis encontrar en el mundo cinematográfico en películas como “Dos Vidas en un Instante” (1998) o la buenísima “Atrapado en el Tiempo” (1993), por citaros algunas.

        Aquí estamos en el Japón de finales del S.XVI, ante una impresionante ucronía en la que la realidad se parte en dos, y es visible por ambas partes. El Señor Oda Nobunaga toma el control de mundo entero y se hace un palacio en forma de torre con muchísimas plantas, cada una dedicada a una cosa específica. Su siervo Akechi Mitsuhide lo traiciona y lo reta a un duelo a katanazo limpio.

       En una de las realidades Oda gana, pero en otra pierde y es Akechi el vencedor del duelo y nuevo Señor del Palacio, a partir de aquí se producen dos realidades que conviven en el mismo plano físico, dividiéndose el Palacio en dos, saliendo del Palacio principal un nuevo tronco o rama.

        Algunos personajes están vivos en una realidad, y otros muertos, la propia distorsión convertirá a algunos en auténticos monstruos, otros desaparecerán de la manera más espantosa. Y por otro lado está el mismo desarrollo de cada uno de los dos Palacios, con sus propios destinos y decisiones que harán que haya unos problemas de revueltas y venganzas por un lado, o de hambre y desesperación en otro. Cada una de las decisiones, cada hecho, puede ramificar aún más el Universo creado, convirtiendo la narrativa en un auténtico caos, bastante escatológico, pero interesante y divertido. Es Kago, desbordante y puro Shintaro Kago.

       Por el lado malo, no me ha gustado que la edición no venga numerada, pero os comento que contiene dentro de un mismo tomo: “La Princesa del Palacio Infinito”, con 11 capítulos y 196 páginas, y “Las Doce hermanas del Palacio Infinito” de 6 capítulos y 92 páginas. Otra cuestión es que no se haya respetado el modo de lectura japonés, aunque reconozco que más de un lector se perdería, sin dudarlo. El color es un riguroso blanco y negro, y la sensación final que se te queda es estar ante un cómic mayúsculo, una auténtica ida de pinza, brutal, repito que divertido y muy recomendable. A mi me ha gustado mucho, y lo he disfrutado desde la primera hasta la última página. Su precio, por cierto, ronda los veinte euros. Lo dejo por aquí.