En Extremadura no hay tornados, si acaso algún remolino de aire que te llena de tierra la C-15 o el Polo del 2006 cuando vas por algún camino de tierra paralelo al Guadiana, por eso ver películas como “Twisters” (Tornados en Hispano-américa), película estadounidense de 2024, que es una actualización o nueva adaptación de la del 96, que vi en el cine en su día, siempre le despierta a uno la curiosidad.
Por un lado, por el tema de que me pregunto si en Estados Unidos habrá gente como la que sale en las películas del 96 y esta del 2024, persiguiendo tornados de aquí para allá, unos para investigarlos, y otros para ver si se los traga el susodicho y acaban con el Mago de Oz siguiendo el camino de baldosas amarillas, pero sin Totó.
Por otro, por la curiosidad de volver a ver una película que en el 96 me resultó entretenida en su primera versión, pero sin tirar muchos cohetes, que el tornado se lo jala, se los come… Y ver si esta nueva adaptación es tan blockbuster, tan taquillera como lo fue aquella…
Y, por último, por hacerle un homenaje al helado Twister, que tantos me jinqué de pequeño, aunque yo era más de los Dráculas, aquellos negros rellenos de fresa y algo de vainilla…
Efectivamente, amigos contadores de estrellas, “Twisters” es un remake de aquella película con guion de Michael Crichton, guionista que en los ochenta y en los noventa, lo mismo te escribía libros, que guiones, que te hacía una tortilla de patatas sin huevos, y sin patatas, y todo o casi todo lo que tocaba y hacía se convertía en éxito… Todo, o casi todo…
Si en aquella ocasión eran dos grupos de científicos los que se enfrentaban en busca y captura de tornados, en esta ocasión aquella seriedad del momento se va a romper con los arquetipos del S.XXI.
Estamos en Oklahoma, como en el 96, pero aquí hay menos científicos, y los que hay resultan los malos de la película, y mucho frikis con canales en las redes sociales, afán de notoriedad, venta de camisetas, gente con sombrero vaquero y mejores efectos especiales que en la película primigenia.
En la narrativa, Kate, nuestra Daisy Edgar-Jones de la película “La Chica Salvaje”, es una estudiante universitaria que pierde a todo su equipo de investigadores de tornados (menos a uno), incluyendo a su pareja, cuando uno de ellos, un EF-5… Que ojo, un EF-5 no es el caza de combate de hace 60 años, que puebla los cielos extremeños, que anida en la base de Talavera La Real, y que se van a fallecer a las rotondas extremeñas, más a las pacenses… Por aquí les llamamos también a los F-5, los Seat Pandas de la aviación militar, porque con ellos aprendes a volar… No, ojo con esto, un EF-5 es un tornado de esos que te llevan a Oz de un golpe.
...Bueno, aclarado esto… La chica pierde a casi todo el equipo. Se termina la carrera, se va a Nueva York a vivir y a trabajar delante de un ordenador, y allí se presenta Javi, el único miembro de su equipo que sobrevivió, ofreciéndole un trabajo nuevamente como cazadora de tornados en Oklahoma, algo que ella acepta rápidamente para descubrir que aquello de perseguir tornados se ha transformado en un show, dirigido por un guaperas llamado Tyler, que es youtuber, meteorólogo, ex-vaquero de rodeos, hermanita de la caridad y filántropo… Aprende Mario Picazo.
El equipo de Kate-Javi vive picado con el de Tyler todo el tiempo, pero pronto, entre tornado y tornado, porque por la zona que se mueven hay unos 400 al día, Kate se da cuenta que Tyler es el realmente bueno de la película, el guapo, el divertido y en su equipo no hay nadie que merezca la pena ni física ni mentalmente, y pronto se va con Tyler a correr delante de los tornados y a vender camisetas. A partir de ahí, el equipo de Javi cae en la locura, porque Kate huele los tornados como mis gatas huelen una lata de atún a doscientos metros.
En definitiva, porque no me quiero enrollar más, sinceramente. Estamos ante un blockbuster veraniego, un taquillazo entretenido, para pasar el rato, con un metraje excesivo en mi opinión, ya que dos horas correteando de aquí para allá puede llevarte al bostezo, que vas a ver, vas a disfrutar y vas a olvidar directamente.
De nota le doy un 5,5, y como os digo os puede llegar a entretener, pero esta es una de esas películas que se las lleva el viento. Echadle un vistazo.
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