Bailarina (Netflix, 2023)

 

        “Bailarina” (Netflix, 2023), película surcoreana estrenada en la plataforma Netflix, a primeros de octubre de 2023, es un ejemplo más de que no puedo abarcar todo lo que me gustaría en cuestiones cinematográficas.

        A pesar de estar pendiente de ella, se me fue pasando y prácticamente la he olvidado hasta que hoy, casi cuatro meses y medio después de su estreno, me ha vuelto a salir como película recomendada.

        En la narrativa tenemos una clásica historia de venganza a la coreana, llena de acción, que cuida, y muy bien en mi opinión, la puesta en escena de un auténtico baile vengativo en su hora y media de metraje, con una escenografía que en muchos momentos, y creo que la música tiene mucho que ver, me ha recordado a un videojuego clásico de “Yo contra todo el Barrio” o “Beat´em up”.

        Sus tres o cuatro primeros minutos ya son una carta de presentación de lo que va a venir a continuación, con una escena que parece hasta una broma, un guiño al espectador.

        En la narrativa: La joven Ok-Ju es una guardaespaldas en paro. Está más sola que la una, y no sabemos nada de su pasado. No tiene familia ni amigos. Dedicada a la Seguridad, es experta en disparar, todo tipo de artes marciales, hacer cirugías sin anestesia con armas blancas y además conduce coches y motos como una profesional.

        Un día, en una pastelería, coincide con una antigua compañera de colegio, Min-Hee, que trabaja allí a tiempo parcial, pero que en realidad es bailarina. Desde entonces, desde ese encuentro, se hacen las mejores amigas. Incluso yo he llegado a pensar que, en el fondo, Ok-Ju siente algo por ella, aunque eso no lo deja muy claro la película, y en verdad tampoco nos aportaría nada a la trama principal.

        Un día, después de mucho tiempo, su amiga la convoca, y al llegar a su casa, se la encuentra muerta en la bañera y en una nota de “Chuichidio” le pide venganza y le da una dirección de una red social.

        Ok-Ju comienza a investigar, y sus investigaciones le llevan hasta un guaperas Street Fighter, Pro-Choi, un ricachón que conduce un Lamborghini, y que graba vídeos sado-maso con chicas a las que droga, para abusar de ellas.

        En un primer momento, tiene un pequeño encuentro con él, descubriendo que el tipo pertenece a una red mafiosa que toca cuerdas como la trata de chicas, o las drogas, entre otros negocios. Tras una breve lucha, Ok-Ju le deja la cara como un mapa con su creatividad en el manejo del cuchillo, y declara de paso una guerra total, al llevarse el Lamborghini y rescatar a una chica que tenían esclavizada…

        A partir de aquí, Ok-Ju deberá prepararse para una batalla en la que está sola, con los recuerdos de su amiga, y su deseo de venganza…

        Con una hora y media de duración, “Bailarina” se presenta como una película entretenida, como una gran apuesta visual, con momentos en los que no se dice nada ni falta que hace, y con las subtramas justas para no alejarnos mucho de la principal, que no deja de ser la venganza de nuestra protagonista.

        Tiene una hora y media de metraje, que me parece el adecuado. No le quitaría media hora, como suelo decir, pero quizás si unos diez o quince minutos en los que la película se ralentiza algo. Los malvados me han parecido estereotipados, y como decía anteriormente, la sensación de videojuego arcade me ha llegado, no sé si es por la música que es atractiva y pegadiza, o por el mismo desarrollo en fases de la película, con malos en ascensores incluidos y un par de “Final Boss” o jefes finales a eliminar.

        Hay una pareja de viejos que venden armas en una vieja furgoneta de tiro al blanco, que ponen el punto de humor surrealista, casi onírico a la trama, y que, sin duda, en una versión más extendida hubieran dado más juego.

        En definitiva: Pequeña joyita del género, pero que olvidaré con facilidad porque esto ya lo he visto anteriormente, y a pesar de haberla disfrutado mucho, no es para ponernos muy estupendos. De nota le doy un 5,5, y si os va este género, os la recomiendo para pasar un buen rato, y después a otra cosa.