Me he esperado los dos meses
preceptivos antes de ponerme a teclear sobre la Primera Temporada de “Willow”
(Disney, 2022), ya que no soy de los que escriben antes de tiempo (ya con la
primera media hora del primer capítulo), y me gusta ver la serie completa, sus
ocho episodios (en este caso), para poder decir alto y claro, que es una ñorda
muy, pero que muy grande, oiiiiga.
En primer lugar, no entiendo
porque Disney no hace lo mismo que Netflix y saca toda la tanda de episodios de
una sola tacada. Hacerlo poco a poco lo único que logra es que la gente se
desenchufe mucho antes, y que si las cifras del primer episodio (por curiosidad
y nostalgia) pueden ser increíbles, las del últimos puedan ser vergonzosas (por
el peso de la razón).
La serie “Willow” nos ha
demostrado ser una mala secuela de la mítica película ochentera del mismo
nombre, que allá por el 88 hiciera nuestras delicias de jóvenes. En la serie ya
desde el principio se pierde la épica y magia medieval que tenía la película,
para convertirse en una serie juvenil Disney, con un humor que de humor tiene
más bien poco, y con ciertos clichés muy repetitivos a lo largo de todos los
episodios…
A continuación, os doy algunos
datos que me han rayado bastante… No todos, o tendría que escribir una tesis y
la verdad es que no la merece:
Los personajes masculinos son
ridículos, torpes e idiotas. Auténticos bobos sin gracia ni personalidad, donde
destaca un príncipe hindú y el hermano perdido del Cigala. De hecho, tanto es
así, que mueren dos personajes (masculinos), y nadie los echa en falta en todo
el resto de episodios.
La música no acompaña a lo que
se supone que es un mundo medieval de espada y brujería. Más que épico, es una
fiesta de nenes de anuncio de Carolina Herrera, con un estilismo demasiado
moderno (sacan unos modelitos…), donde nadie se ensucia prácticamente y todos
lucen genial con unos pelazos y unas poses de aúpa.
El quinto episodio comienza
con una peligrosa persecución, en la que peligra la vida de los protagonistas,
y la música que le pone a dicha secuencia es alegre, juvenil, un choteo
auténtico.
Ciertas escenas de lucha o de
entrenamiento siempre acaban en morreos, una y otra vez (cansinos, ooooiga).
Los trolls, al parecer, son
intelectuales, administrativos, filósofos, y en un episodio (el segundo)
aparecen dos leñadoras estadounidenses del S.XIX con sombrero de cowboy… Esto
fue de Valium p´rriba.
Los malos son personajes del “Silent
Hill” o de alguna pesadilla japonesa de Tercera División. Horribles. Hay uno
con una jaula de canario en la cabeza. Grrrr!
El octavo y último episodio de
la temporada tiene la típica batalla que se espera para un final, con
protagonistas caídos en combate, duelos de magia y un par de Jefes Finales que
salen pronto derrotados, como no podía ser de otra manera.
Pero, lo que ya remata es Dire Straits cerrando lo que parece una partida de “Dragones y Mazmorras”, donde se barrunta nueva temporada… Una escena final nos muestra tres libros, tres tomos en una estantería, dando a entender que vendrá más “Willow”, y habrá que preparar el Tranquimazin…
En definitiva: Serie que no
volvería ver ni aunque me pagasen. Más mala que pegarle a un padre, y que dejo
a vuestra entera elección… Uffff!!
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