Atención, atención, que se vienen los típicos spoilers, seeeeeñooora, ojo…
“La Protegida” (Amazon, 2021) es una película tópica, típica, rutinaria, de esas para pasar el rato y olvidarte de ella al par de horas de verla. Entretenida, pero no para tirar cohetes. Y que verás, y con razón, como previsible, y poco original. No esperes un peliculón, porque este no lo es.
En la narrativa, tenemos a Samuel L.Jackson (Moody en la película) en un Vietnam de 1991 donde ya todos usaban mascarillas quirúrgicas. Ha ido a hacer un trabajito, (lo normal, matar a ocho o nueve tipos), pero se le han adelantado y se encuentra a una nena en un armario, que le descerraja un tiro fallido en la cara, ya que la pistola hace click click, pero no funciona.
El amable de Jackson le arregla la pistola y le pide a la nena que la pruebe, aunque esta no lo hace. Como el que se encuentra un gato callejero, se lleva a la chica consigo matando a la policía fronteriza en el proceso, y la convierte en Maggie Q, que quizás la recordaréis por hacer de Nikita hace tropecientos mil años, e incluso de Mai Shiranui en “King of Fighters” en una película infame que solo hizo insultar a un clásico de las recreativas de toda la vida, y a un personaje al cual Maggie Q se parece como un huevo a una castaña.
Ahora, transformada como ya te habrás imaginado en una asesina letal por parte de Jackson, hacen sus trabajitos con jovialidad y profesionalidad, todo muy risueño, mientras ella mantiene la coartada de librera pija y cosmopolita. Jackson es asesinado en su casa (al igual que el ama de llaves, y su confidente favorito) a la par que aparece en escena un misterioso “Batman”, Michael Keaton, y la propia Maggie Q es atacada en su librería, donde se pierden incunables y grandes clásicos de la literatura británica que nadie leía, y que nadie compraba.
Descubre que la clave de todo está en Vietnam, su país natal, y viaja allí para entrevistarse con el T-1000, que es motero (por variar) y lleva la sucursal de los “Hijos de la Anarquía” en el sudeste asiático. Por ingresar en el club, te regalan un perrito piloto.
El T-1000 le pone sobre una pista, pero los malos, cuyo jefe es Michael Keaton, en su versión “Buitre”, toman la iniciativa. La capturan, la encierran en una sala que no tiene nada que envidiar a algunos pisos de estudiantes, la torturan echándole agua del Guadiana en la cara, poniéndole Sálvame y TeleCinco durante horas, y todo porque no le hizo un descuento en la venta de un libro de Edgar Allan Poe en su librería.
Finalmente huye, y recurre al T-1000 y los Hijos de la Anarquía vietnamitas, que la mandan a investigar a un hospital religioso católico, lleno de monjas y estatuas de Buda. Hace las paces con Keaton, al que su propia gente lo quiere matar, y para celebrar su amor, deciden imitar la famosa escena de “Sr. y Sra Smith”, dándose tiros a un metro de distancia, hostias y patadas, mientras destrozan una casa y suena música romántica, que acaba en la cama…
Moody reaparece, (que no estaba muerto, estaba de parranda), para preparar el asalto final (junto al T-1000) a la mansión del malo malísimo, donde se va a celebrar una fiesta de ricachones (para celebrar que van a quitar “La Isla de las Tentaciones”, mientras suena la sintonía de “Érase una vez, el espacio”). Keaton, que es más listo que los “ratoneh coloraoh”, aborta el ataque y persigue a Maggie Q que deja más sangre en las plantas del jardín que el Predator en la selva, pero Moody vuela el edificio matando al objetivo…
Las escenas finales las dedicamos a rememorar el pasado de Maggie Q, y como llegó al armario, mientras mata supuestamente a Keaton, por fin, a un metro de distancia, en un duelo sin mucho sentido. Fin.
En definitiva: Como decía al principio… Película para ver mientras pasas la tarde y desconectas. Entretenida, como digo, pero con todos los clichés habidos y por haber. Al par de horas de verla, la habrás olvidado. Garantizado.
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