sábado, 23 de abril de 2022

El Hombre del Norte (2022)


Spoilers y revelaciones para parar un tren, siempre y cuando no sea extremeño, que esos ya se paran solos…

          Se puede ser una valkiria, o lo que carajo seas, y llevar una buena salud dental en forma de braquets, no te quepa duda.

No muy convencido de lo que había en cartelera, con hora vespertina y siesta acechando, me he decidido a ver “El Hombre del Norte” (2022), guiado, igualmente,  por el boom vikingo que vivimos desde ya hace unos años para acá.


Tengo que reconocer, que desde el primer minuto, he ido a degüello a por ella. Mal acostumbrado a que me tiene Netflix con sus patadas al rigor histórico, y a la Historia en general, uno ya va con las escopetas cargadas, esperando encontrarse con vikingos del África Central y  coloridos mercados donde abundan los asiáticos.


Afortunadamente, en esta película, salvo alguna cosa más o menos reseñable (bufones, espejos de dos metros, vikingos invencibles que no caen en combate ni a la de tres y valkirias con braquets), no he encontrado demasiados errores, aunque es verdad que su misión no es ser fiel a un acontecimiento histórico, y si, más bien, a una leyenda.

 

El lenguaje poético, el inicio de la película, determinadas escenas, me han hecho casi gritar a los diez minutos (o menos): “¡¡Pero si esto es Hamlet!!”. Y, efectivamente, a pesar de la extremada violencia de, sobre todo su primera hora, y su jerga escandinava, Hamlet asoma la patita en el argumento, con toque tolkienianos (Monte del destino, y alguno más que olvido, pero en todo caso, Tolkien bebería de estas fuentes, lógicamente), con toques artúricos (espada que solo él puede desenfundar), con referencias al S.X (el protagonista lleva un dinar de plata de Abd-Al-Rahmán III al pescuezo desde su infancia), y hasta con toques Harrry Potterianos en un brutal juego parecido al Qiddish al que jugaba el joven mago tras la pertinente consumición e ingesta de setas…

En la narrativa, pues, tenemos a un joven príncipe, que ve cómo su padre es brutalmente asesinado por su tío que toma el reino en su lugar. Él, a la carrera, jura vengarse y salvar a su madre en un futuro. Pasados los años, lo vemos convertido en una máquina de matar, un berseker de mucho cuidado, que te toma a la carrera murallas y fortalezas mientras destripa adversarios lelos que ni le rozan, y ni le rozarían con 500 ametralladoras que tuviesen. 

De rebote, oye que el paradero de su tío es Islandia, tras perder el reino. Metido a granjero, con su esposa (la antigua reina, madre de Amleth, Gudrún) y sus dos hijos, espera un cargamento de esclavos, y allí irá nuestro protagonista, haciéndose pasar por esclavo, para cobrar venganza, entre apariciones varias y con la bendición de Odín.

Pronto descubrirá que en el complot para asesinar a su padre, su propia madre, que resulta ser una arpía de manual, también estaba metida, y que no le va a quedar opción que matar a media plantilla para resarcirse…

“El hombre del norte”, resumiendo, no me ha parecido mala película. Buena ambientación sin romantizar a los vikingos en exceso, un lenguaje poético loable, un barniz de leyenda bien conseguido, violenta pero sin caer en lo soez, con una aceptable fotografía y una interesante banda sonora, muestra la historia de “Hamlet” bastante más creíble que la que el dramaturgo y poeta inglés nos narró. No volvería a verla, pero tengo que admitir que no está nada mal.

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