Reseña, crítica de la película, con todos los spoilers y
revelaciones que se me vienen a la cabeza… Advertidos/as estáis, que lo sepias…
La
verdad es que las películas de terror infantil están en sus horas bajas, por
ello, a la hora de ver una película del género en familia, optamos por “Cuentos
al caer la noche” (Netflix, 2021), que venía con la tarjeta de visita de una Krysten
Ritter como malvada bruja, y con Sam Raimi como uno de los productores.
La
película, a los diez minutos, te das cuenta que no tiene ni pies ni cabeza, y
que promete algo que después no es, o que quiere tocar muchos palos a la vez,
sin llegar a centrarse en algo concreto y por ello llegas a pedir la hora, a
ver si se acaba este despropósito, lioso como una maraña y confuso a más no poder.
Vayamos
a la narrativa: Alex es un pequeño neoyorkino, obsesionado con las historias de terror, que
se está haciendo su propio cuaderno de cuentos terroríficos. Un cruzamiento de
cables le lleva a querer destruirlo, y con la trampa de un pastelito, cae en
las garras de la Bruja Natacha, que lo encierra en una casa sin aparentes
salidas y en compañía de Yazmin, una niña que como él, ha sido esclavizada por
la bruja como doncella, ama de casa y es que el servicio debe estar muy mal por
la zona. A la par, un gato mitad siamés, mitad sphynx , con la capacidad de
volverse invisible, les acompaña como chivato oficial del reino. Lo que peor
llevan los niños, no es estar secuestrados, es llevar diez minutos sin móvil.
Para
sobrevivir, todas las noches Alex deberá leerle un cuento a Natacha, que se
tira todo el día fuera de la casa, sin saberse a donde carajo va la bruja por
el día, ya que en ningún momento se nos explica. Alex no da pie con bolo con
sus cuentos, ya que la bruja le saca defectos a todos, y pronto, al segundo
día, el chaval se queda sin ideas, y eso que se supone que era un genio
creativo de Nivel 10.
Encerrado
en una biblioteca de 14 plantas y mucho polvo, Alex intenta encontrar la
inspiración, pero las Musas no le visitan, y lo único que hace es perder el
tiempo y buscar alguna pista para salir de la casa. Logra encontrar entre los
primeros libros de la biblioteca, una especie de diario de una niña que quedó
encerrada tiempo atrás.
En
la misma biblioteca, logra averiguar el destino de niños anteriores, cautivos
como él, que acabaron como juguetes de Mattel, en una estantería polvorienta.
En
mitad de todo esto, la subtrama nos narra el nacimiento por error de unas diabólicas
criaturas que tanto Alex como Yazmin deberán eliminar antes de que Natacha
repare en ellas.
Los
cuentos van cada vez peor, y pronto los dos niños logran burlar a la bruja y
acceder a una nueva fase de la casa, que es un bosque donde hay un unicornio
negro que no aporta nada a la película, salvo alguna carrera a tropel.
Llegados
a este punto de la narrativa, en la que ya has bostezado unas quinientas veces
y nada tiene sentido, aparece la Casa de Hansel y Gretel, y se explica que la
bruja Natacha es, en realidad, una superviviente de la bruja original que es la
de los Cuentos de los Grimm y que duerme una siesta del copón gracias a los
cuentos que Alex lleva días sin contar, lo cual es absurdo, pero… ¿Qué más da?
Con
la bruja original despierta, la cosa se complica y Alex y Yazmin deberán
enfrentarse a un doble peligro para huir de ambas brujas.
Lo
interesante es que, cada vez que tienen una oportunidad para escapar, ambos
niños suelen pararse en los umbrales para reflexionar sobre el sexo de las
flores o el olor de las nubes, muy creíble todo.
El
final nos deja una puerta abierta a una posible y horrenda continuación, que
esperemos, no llegue a rodarse. La dejo a vuestra elección, pero a mí no me
convenció.
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