Lo primero que me ha sorprendido de “Soledad. La última alegría” (Cascaborra, 2022) de Tito (guion y dibujo), es que Cascaborra haya cambiado de tercio al que estamos habituados (magníficos cómics relacionados con la historia de España, biografías de personajes históricos más que necesarios…) para apostar, y con muchísimo acierto, por un cómic costumbrista, y a la par, con ese trasfondo histórico, que es “Soledad”.
Soledad
es un pueblo de Castilla-La Mancha, cercano a Talavera, que ve cómo pasa el
tiempo por sus habitantes y por sus calles. Nos narra Tito, con excepcional
dibujo y magistral narrativa, algunas de las historias de sus habitantes, que
han pasado del Franquismo a la Transición, y de esta al Reinado Constitucional
de Juan Carlos I, mientras que algunas cosas no han cambiado, y otras lo han
hecho con demasiada ligereza y rapidez, cogiendo a algunos de nuestros
protagonistas a contrapié.
Como
si de una serie se tratara, cada episodio de “Soledad. La última alegría” nos
lleva a un trauma, a un pasado y a un presente, muchas veces doloroso, que
discurre como sangre por las calles del pequeño pueblo toledano. Muchas de las
conversaciones, casi misteriosas en ocasiones, te harán preguntarte como lector
qué seria por lo que pasó aquel personaje, porque aquel otro volvió o que quiso
realmente decir aquella conversación entre mujeres… Las estaciones pasan, y
Soledad vive el momento que vive el país, con atentados, la sombra de la
despoblación (y estamos en los Ochenta), y viejas heridas abiertas al cielo,
aún sin curar, muy presentes.
Desde
luego, se trata de un magnífico cómic, hilado con gran detalle y con un
contenido extra, en forma de bocetos, que es un pequeño tesoro. Os gustará,
garantizado.
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