Cuando
Osamu Tezuka publicó “Bárbara” (1973-1974), en prácticamente medio planeta
había un gran interés por el ocultismo y la brujería. El tema ovni de la década
anterior, había dejado paso a sociedades de brujas, brujo y un interés
creciente por el satanismo y toda la parafernalia que la acompañaba.
Tezuka
se basó, y lo reconoce él mismo en el epilogo, en “Los cuentos de Hoffman”, de
Jacques Offenbach, para comenzar a contarnos la historia de un escritor de
éxito, Yôsuke Mikura, que recoge (sin saber por qué), a una joven mendiga,
alcoholizada, de la calle, para llevársela a casa.
Mikura
llega a creer que es su musa, y su interés por ella no es, en principio,
sexual. Pronto, la locura, paralela a la aparición de Bárbara, se presenta en
su vida. El alcohol, el ocultismo y hasta la Venus de Willendorf (encarnando a
la madre de Bárbara), serán comunes en la vida del escritor, que cae en una
espiral de autodestrucción de la que le será difícil de escapar…
Con
una primera parte más interesante que el resto, “Bárbara” quizás no sea lo más
conocido del autor. La violencia a la mujer, a través de palizas, es bastante
común en la obra. Pero no deja de ser una obra con cierto atractivo…
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