Creo que en los últimos
años, he visto más cine ruso que en el resto de mi vida, y casi todas las
películas tienen un punto en común, un telón de fondo, que no es otro que La
Segunda Guerra Mundial.
“Sestrenka” (2019),
traducido al español como “Mi hermana pequeña”, no escapa a la temática, aunque
en esta ocasión, se huye de los heroísmos a los que me tiene acostumbrado dicho
cine.
En “Sestrenka”, nos
encontramos una pequeña aldea rusa, en la retaguardia de la guerra. Está
habitada por mujeres, niños y ancianos, muchos de los cuales ni siquiera hablan
ruso, sino árabe, ya que son casi todos musulmanes. Un día, llega al pueblo una
hermosa niña rusa (que además, solo habla ruso), Oksana, a cuya madre han
matado los nazis.
El pequeño Jamil, que es un
nene inquieto, travieso, pero de gran corazón, enseguida se prenda de ella, y
la quiere como “hermana”. La propia familia de Jamil tiene al padre en la
guerra, y el padre de la niña también lo está, aunque no se sabe bien en qué
frente, en qué lugar.
La película transcurre
tranquila, y bucólica, en los juegos de los niños, que sueñan con ir a la
guerra a matar nazis, apedrean a prisioneros, y hacen sus juegos en un paisaje
impresionante, mientras que la pequeña se va adaptando poco a poco (aprendiendo
el idioma de su hermanastro Jamil), hasta que la guerra finaliza y se suceden
algunos reencuentros que requieren pañuelo en mano, para sonarse los mocos (y
lo que se te haya metido en los ojos en ese momento).
Es una película sin
sobresaltos, con un par de puntos buenos, pero a la que le sobra metraje para
atar a un caballo, ya que el espectador puede llegar a morir de “bucolismo” en
rama. Te gustará si quieres dejar la mente en blanco, y dejarte llevar, y si
más o menos conoces los últimos estrenos rusos, esta cinta te parecerá una
rareza brillante, y digna de ver (algo que yo no niego).
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