Creo que “Da 5 Bloods:
Hermanos de Armas” (2020) ha perdido una buena oportunidad de contarnos una
mejor historia, porque la idea tiene miga, y buena, pero se pierde en varios
recovecos donde destaca un excesivo metraje (con una hora menos, podría haber
contado lo mismo y hubiera llegado mejor), una pérdida de tiempo en clichés
vietnamitas que ya deberían haberse superado, y un correctismo político y
social muy común y muy alabado mientras escribo estas líneas.
El trauma de cuatro excombatientes
y el hijo de un quinto, ya fallecido, se centra en la Guerra de Vietnam, una
guerra ideada por blancos, que mandaron a primera línea de fuego a todo negro
que pudieron y encontraron, a luchar en una guerra que no era la suya. Es uno
de los cimientos que se intuyen en la historia, donde está de más la música
bélica y las escenas mil veces repetidas de americanos acribillando a vietcongs
(mientras precisamente se critican las películas como “Rambo” o “Acorralado”).
Los cinco buscan un tesoro escondido cincuenta años antes. En su viaje se
enfrentan a fantasmas de su pasado, combinando fotos, imágenes y vídeos reales.
Una vez encontrado el oro, la cosa se descontrola, y mucho, (la avaricia es lo
que tiene) sobre todo por parte de uno de ellos, que es votante de Trump, y por
ello, está loco perdido (a mí no me cae bien el Sr. Trump, pero insistir en que
el más colgado es votante de Trump, tiene
su aquel) y comienza a estar peor cuando le da por hablar solo, e intentar
huir de allí solo, resentido y amargado, mientras le habla a la cámara
rompiendo la cuarta pared, y los herederos del vietcong se unen a la fiesta…
Lo dicho. Peca de
excesivo metraje y de diversas idas de olla. Quizás el resultado final no sea
malo, pero tampoco es para tirar muchos cohetes…
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