“Cuestión de Justicia” (2019)
es una película basada en hechos reales, sobre los comienzos en la abogacía de Bryan
Stevenson, que en Estados Unidos es una celebridad desde hace bastantes décadas,
por ser un abogado negro, que estudió en Harvard, y que renunció a un futuro
fácil y prometedor, por irse a Alabama a finales de los ochenta, a representar
en sus juicios a gente pobre (la mayoría negros), sin recursos, y con juicios
llenos de fallos e incongruencias.
En 1987, se hace cargo
del juicio de Walter McMillian, alias “Johnny D”, un leñador negro de un
pequeño condado de Alabama. Walter es condenado en un juicio irregular (que de
juicio tenía poco), por la muerte de una joven blanca de dieciocho años, con un
testigo amañado, y antes incluso de que se celebre el mencionado juicio, es
metido en el corredor de la muerte.
La historia gira en torno
a la lucha de Bryan Stevenson por hacer que el juicio se repita. Algo que
logra, poniendo encima de la mesa, la verdadera confesión del testigo
arrepentido (y embustero). Pero Stevenson no cuenta que en la Vieja Alabama, el
racismo y las viejas costumbres del sur, le harán todo lo posible para que
fracase en sus propósitos.
Basada en un libro autobiográfico del propio abogado, “Cuestión de Justicia” es una interesante
historia para comprobar como siguen funcionando algunas cosas en el país de las
oportunidades, con un racismo aún muy latente y presente en la vida de sus
ciudadanos. Está bien de tiempo, la música parece la del ascensor de un
edificio administrativo, pero no deja de ser instructiva. No hay que perderse
las escenas finales, con los verdaderos protagonistas de la liza.
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