“De sangre y fuego” (Norma,
Dark Horse Books, diciembre de 2019) es el cuarto, y último cómic de “The
Witcher” que he tenido el placer de leer. Y hay algunas cosas que podemos
comentar, ciertamente, de este volumen.
Para empezar, que me ha
encantado encontrarme a dos chicas dirigiendo el dibujo (Marianna Strychowska)
y el guion (Aleksandra Motyka). El dibujo es una verdadera maravilla, y la
historia, enmarcada en una especie de reino árabe, con tintes de la mitología o
cuentos musulmanes (los djinns o genios), le da un cambio radical a lo que ya
venía a acostumbrándome, y eso es bueno, para no caer siempre en los mismos
temas.
En este tomo aparece Jaskier,
el bardo liante que odio profundamente desde que vi la serie. Geralt investiga
lo que puede ser la visita nocturna de un vampiro u otro ser, a la hija de un
viejo conocido, y se topa con el bardo cortejando a la dama. El mismo tiene un baúl,
que, por carambola, los manda al otro confín de la tierra, donde Geralt deberá
resolver un misterio que afecta a la Corte, con ayuda de una bruja. Cuanto más
avanza la trama, resulta que nada es lo que parece.
La narrativa de este cuarto
volumen es mucho mejor que la del tercero, que me dejó un poco “Ññññiiihh”, además
que el dibujo y el colorido ayuda mucho a que uno disfrute mucho más del cómic.
Mi visión general de los
cuatro cómics es que funcionan, mucho mejor, cuando son historias que se
autoconcluyen, que, cuando en medio de la trama aparecen personajes que el
lector no debería, o no tendría porque conocer, y que se da por hecho de que el
que lee ya se conoce de cabo a rabo la vida de Geralt.
Esto donde mejor funciona, es,
precisamente, en el primer volumen. Después la mezcla de personajes que entran
en escena, muchas veces es caótica.
A fecha de hoy, en marzo de
2020, ignoro si habrá un quinto tomo. Lo he buscado en Amazon y ciertamente no
he encontrado nada, ni en preventa. Así que… Esperaremos.
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