sábado, 25 de mayo de 2019

Donde la tierra arde (Norma editorial, 2012) Giuseppe Galeani, Paola Cannatella



        Tengo que reconocer, y no se me caen los anillos por ello, que este cómic, “Donde la tierra arde” (Norma editorial, 2012) de Giuseppe Galeani y Paola Cannatella, me ha dejado mal cuerpo, y más de una vez me he revuelto en el sofá mientras lo leía.

        Me ha hecho recordar el asesinato, a sangre fría del corresponsal de El Mundo, Julio Fuentes y otros compañeros periodistas (la periodista italiana María Grazia Cutuli, el cámara australiano Harry Burton y el fotógrafo afgano Azizulah Haidari), en 2001, cuando iban por una carretera, rumbo a Kabul, en Afganistán. Una banda, integrada por barbudos armados hasta los dientes, y dirigida por un tal Zar Jan, hizo parar a la expedición, en mitad de la nada, y según el testimonio, televisado en una entrevista, de uno de los miembros, Reza Khan, fueron asesinados a sangre fría, por el simple robo. Posteriormente, detenido, confesó haber violado a la periodista italiana María Grazia Cutuli, que es la verdadera protagonista del cómic, y pidió clemencia en el juicio, pero fue ejecutado en 2007 por dichos crímenes. El cadáver de Julio Fuentes presentaba los dedos de la mano izquierda cortados, y la cabeza golpeada por la culeta de un fusil. Se ensañaron con él.

        En “Donde la tierra arde”, Cutuli hace un viaje personal a su pasado: Liberia, Camerún, Italia que le quema los pies… Mientras reflexiona sobre su profesión, su vida, y sus metas como periodista. Es una apasionada de su trabajo, y lo deja todo para irse a primera línea, en busca de la información, justo dos meses después del atentado contra las Torres Gemelas, encontró la muerte. El cómic está realizado en riguroso blanco y negro, con un trazo a lápiz, solo en algunas páginas el color se impone, o más bien aparece levemente, por la narrativa de la historia. Me ha parecido un cómic íntimo, o intimista. A Cutuli no la conocía. A Fuentes si, había leído algunos de sus artículos. No en vano, quedó inmortalizado por Pérez Reverte en “Territorio Comanche”. Es una buena dedicatoria a unos profesionales que murieron por lo que sabían hacer. No sé expresarlo de otra manera.

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