Hay gente que, por lo general, no
le gusta la saga de “Starship Troppers”, con aquella primera película que
dirigió Paul Verhoeven en el 97, que nos presentaba a una humanidad galáctica,
fascista, con un único canal de televisión propagandística, interactiva y que
emitía casi 24 horas de noticias, y metida de cabeza en una guerra espacial
contra unos bichos de aspecto insectívoro bastante o muy violentos…
A mí la película me gustó mucho
en su día (a pesar de su cierto grado de gore). Los espectadores, por regla
general, la criticaron como digo, mucho no, lo siguiente, pero nadie quería
perderse a Dina Meyer y Denise Richards dándose una ducha sideral, poco después
de venir de acribillar bichos en un planeta polvoriento… Ciertamente, la saga
fue perdiendo calidad, a la par que interés y actores originales, pero no deja
de ser puro entretenimiento, sin querer o pretender ir mucho más allá.
Veinte años después de aquel primer
estreno, y presentación del Universo Starship Troopers, llega una película de
animación, japonesa, que sigue en la misma línea que las anteriores. La trama
es la de siempre, matar bichos antes de que ellos te maten a ti.
El legendario Rico (que es
idéntico a Nick Furia, de Marvel), degradado por sus múltiples líos en la
Federación, ha sido enviado a Marte a entrenar a una nueva hornada de reclutas.
Marte, lejos de la guerra galáctica, se debate con un brote independentista (La
Tierra nos roba, y todas esas cosas), al fin y al cabo, allí no hay bicho, ¿O
sí? Pues sí que los hay, y Rico y sus reclutas deberán eliminar la amenaza y
averiguar quién envía a los bichos a tan recóndito lugar de la galaxia…
¿Repetitiva? Si, puede ser.
¿Entretenida? También, claro que sí. Sabes en lo que te metes en cuanto
aparecen los primeros créditos. ¿Recomendable? Solo si te gusta, como a mí, dicha
saga.
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