Mathieu es un padre separado, que
trabaja para una multinacional francesa, escritor novel de novela negra, y con
una vida un tanto insípida. Ha crecido en París sin saber quién es su padre. Su
madre dice que él es producto de una noche loca. Un día, recibe desde Canadá la
noticia de que su padre ha muerto. Un amigo de su padre dice que le ha dejado
en herencia un cuadro…
Movido por la curiosidad, por la
llamada, y por las ganas de conocer más sobre su padre, y sobre sí mismo,
decide ir hasta Canadá. Allí descubrirá más, de lo que quizás, desearía.
Conocerá a sus hermanos, y la truculenta vida que llevan estos y que llevaba su
padre, y las sorpresas irán una detrás de otra…
Alguna vez, a lo largo de este
2017, os he comentado que el cine francés lleva un par de años en una
trayectoria de calidad ascendente. No es que antes fuera malo, no me
malinterpretéis, es uno de mis favoritos dentro del ámbito europeo, pero “El
hijo de Jean” (2015) es otra de esas películas intimistas que te dejan un buen
sabor de boca cuando acaba. Hay cosas que se ven venir, es cierto, pero aun así
no te adelanta más de lo necesario. Lo dicho, película sencilla, emotiva, de
una familia con secretos y mentiras de treinta años más o menos… La recomiendo.
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