Ya sé que “Death Note”
(2006-2007) es una serie japonesa de animación antigua. Un anime que causó
revuelo hace muchos años, y que colea con una serie japonesa de personajes
reales de hace unos años (2015), y que Neflix está preparando la versión
yanqui, que se estrenará, presumiblemente, en agosto de 2017. Pero…
Pero… Hasta este 2017, no me había puesto con
ella. La serie trata sobre Light, un joven ambicioso, número uno, un triunfador
nato, que encuentra una “Death Note”. Un diabólico cuaderno, perteneciente a un
Shinigami, un demonio o semidios de la Muerte. Una parca, como lo llamaríamos
en el occidente grecolatino.
La característica principal que
tiene este cuaderno es que, si escribes el nombre de una persona en sus páginas
(debes conocer igualmente su cara), el susodicho sujeto muere: O de un infarto
(si no pones la causa de la muerte) o de lo que pongas junto a su nombre
(accidente, suicidio, etc)
El cuaderno, además, te permite
ver al Shinigami, dueño originario del cuaderno, y tiene más leyes que un
Juzgado de Guardia. Pronto, Light idea el plan de un mundo mejor, gobernado por
él bajo el seudónimo de “Kira”, un nuevo Dios para un nuevo mundo. Pero,
igualmente, una mente prodigiosa, “L”, intentará desenmascarar a “Kira” y sus
malvados planes. La lucha de intelectos se desata.
A lo largo de 37 episodios, he de
reconocer que me quedaría con los trece o catorce primeros y con los dos
últimos. La serie tiene sus altibajos, como es, por otro lado, normal. Sin
embargo, la considero cerca de la perfección, casi una obra maestra, que
debería haberla visto hace ya sus diez años. Y ahora comprendo la expectación y
revuelo que tuvo en su día, y la legión de fans que sigue teniendo.
Si no has visto “Death Note”:
Deberías. Y si la has visto: Dale manzanas al Shinigami…
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