La
verdad sea dicha. Ver “Lion” (2016), la película australiana que lleva un saco
de premios internacionales, entre ellos varias nominaciones a los Oscars, es
como un buen bofetón.
Saroo
es un chavalito indio de cinco años. Jugando y haciendo diabluras se pierde, al
meterse en un tren, y acaba a varios kilómetros de su casa. De pronto, se ve
desorientado en una ciudad desconocida, donde vivirá el desprecio, el drama de
los niños que viven en las calles, el hambre, la soledad y los abusos, el
hacinamiento y la pobreza. Demasiado para un niño de cinco años.
Tras
dar muchas vueltas, acaba siendo adoptado por una pareja australiana (Nicole
Kidman macho). Pasan veinticinco años, y Saroo intentará volver a encontrar a
su familia, algo que en su día no lograron los pocos que se interesaron por él,
con ayuda de Google Earth…
La
película se puede dividir en dos partes fundamentales. La parte india, que es
la más dramática, la trágica, la visual, hasta la lírica si se me permite
decirlo, la que te engancha a Saroo, como sucede entre otras, con “Slumdog
Millionaire” (2009), y la parte australiana, donde todo ese mundo se esfuma
para Saroo y comienza a vivir casi en otro planeta. Con el Saroo adulto, la
cosa se ralentiza un poco, se vuelve un tanto lenta…
Basada
en una historia real, me encanta la fotografía, me gusta mucho la música, sin
llegar a destacar la tienes ahí, y me gusta la historia. La cinta, creo, merece
la pena, os la recomiendo.
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