La
historia de los Solano López, Francisco y Gabriel, padre e hijo, es terrible.
Como muchos argentinos, sufrieron la dictadura militar en los setenta. Algunos,
vivieron para contarlo, otros (como ellos) se exiliaron, y otros miles, como el
mítico escritor y guionista Héctor Germán Oesterheld fueron “desaparecidos” (de
Oesterheld me gustaría hacer alguna mención más cuando escriba sobre su obra
maestra, “El Eternauta”)
(Solano con su personaje más conocido, El Eternauta)
Francisco (1928-2011),
el padre, dibujante y colaborador durante una temporada de Oesterheld (dibujó “El
Eternauta”) tuvo que huir junto a su joven hijo Gabriel a España. Gabriel se
había politizado y su vida corría peligro en Argentina.
Será
en España cuando padre e hijo publican “Ana” y una serie de relatos o historias
cortas bajo el título de “Historias tristes”, basados en los guiones e
historias planteadas por Gabriel.
“Ana”
es, después de más de cuarenta años, una historia de culto. Una joven inquieta,
estudiante, ve como su país natal, Francia, se precipita a la guerra (contra
Rusia). Los motivos de dicha guerra no aparecen claros en la historia, y
tampoco nos interesan mucho. Ana pierde la fe en sus referentes más próximos,
los filósofos, y sobre todo en Simone de Beauvoir. Ve como el país se precipita
en la falta de libertad, en toques de queda, alcanzando un estado policial
prebélico insoportable.
En
un arrebato de locura pasajera, apedrea un tanque, circunstancia que la llevará
a la cárcel, donde es violada. Pronto inicia una relación tormentosa, llena de
culpabilidad, con el policía asesino de su amigo Pierre, y de Francia pasará a
México, huyendo de una guerra que dejará devastada Francia. Ana tampoco
encontrará respuestas a su vida en México, y su vida se irá convirtiendo en una
espiral de preguntas sin respuestas, locura surrealista, asesinatos, cárceles…
Hasta que regrese a su Francia natal, de la mano de un rico benefactor al que
no quiere, a una tierra habitada por los buitres…
Dibujada
en blanco y negro, “Ana” es una historia sobre las desdichas humanas, la
soledad, la desesperanza. Roza el pesimismo en cada una de sus páginas, y el
trazo de Francisco Solano ayuda a ello, con una expresividad muy cuidada, donde
los ojos hablan más que los propios diálogos…
En
cuanto a las “Historias tristes”, siguen un camino parecido al de “Ana”. Se
nota en ellos la desesperanza de padre e hijo, que recalcan mucho el tema de la
soledad, la desesperanza y el fracaso de sus personajes. Seres solitarios
traicionados por una vida que carece de sentido, donde el suicidio y la locura
están muy presentes. Supongo que el presente de aquellos años finales de los
setenta, en un país extraño y convulso como era aquella España que intentaba
agarrar el camino a la democracia, tenía peso en sus mentes, y eso se nota en
el conjunto final de la obra.
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