domingo, 4 de diciembre de 2016

La montaña sagrada



        Para mi Jodorowsky no es un desconocido. Creo que para pocos. Aunque conozco más su faceta relacionada con el mundo de los cómics: “Los ojos del gato”, “El Incal” (que no me he leído entero) y “La casta de los metabarones”, y alguna cosa más que se me escapa en estos momentos… Qué su faceta cinematográfica. La literaria, la filosófica y la artística tampoco me son del todo desconocidas.



        Movido porque sé de qué pie cojea, y de que no me desagrada Jodorowsky (aunque estoy rodeado de críticos acérrimos a su persona y a su mundo), me decidí adquirir “La Montaña Sagrada” (1973), una película surrealista que fue un escándalo en el Festival de Cannes, y que debido a su perturbador contenido, no se distribuyó mucho en su momento. He de reconocer que también influyó en la compra los 4 leuros que me ha costado.

      ¿De qué va “La Montaña Sagrada”? Es difícil hablar de la sinopsis de una película de este talante, pero os intentaré contar de qué va el tema: “El alquimista”, que es el propio Jodorowsky, intenta llegar a La Montaña Sagrada, que es donde viven los Seres Inmortales. Su intención no es hacerlo solo, sino en compañía de siete discípulos, cada uno de ellos representante de cada uno de los planetas del Sistema Solar. A través del Conocimiento piensan llegar hasta la misma montaña y derrocan a los Inmortales, quedándose con sus secretos. Uno de los Siete es un vagabundo, cuyas referencias a Cristo y al cristianismo son notables desde el inicio del film.


      ¿Para todos los públicos? No. Creo que no. “La Montaña Sagrada” es una película para aquellos que sepan que es el surrealismo, el dadaísmo y que conozcan algo de Jodorowsky. En caso contrario, todo te parecerá un galimatías sin sentido y a los diez minutos te habrás ido a echarle de comer a las palomas del parque.

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