En
el mundo de las bestias va a haber una sucesión. Su líder, el Venerable, llega
al final de sus días y tiene pensado en reencarnarse en un dios, en una
cafetera o en una cigüeña, no lo tiene muy claro. Uno de los pretendientes para
acceder al trono de las bestias es un guerrero llamado Kumatetsu. Kumatetsu
tiene un problema, y es que para optar a dicho liderazgo, debe tener un
aprendiz. Como en el mundo de las bestias nadie quiere ser su aprendiz, decide
ir al mundo de los humanos, donde un niño escapado de casa, le seguirá a su
mundo. Bautizado como Kyuta (en realidad se llama Ren) por Kumatetsu, poco a
poco, hará amistad con su maestro que es más bestia que un carromato de
estiércol.
Kumatetsu
no es un maestro cualquiera, más bien también necesita que le enseñen un par de
cosas, bruto y descuidado, pero con un gran corazón, pronto se dará cuenta que
su relación con el niño trasciende sus propias enseñanzas. El rollo “Karate
Kid” está bastante presente, pero sin el pulir y dar cera.
La película, entretenida, toca algunos temas
bastante interesantes: El compromiso, la amistad, el afán de superación, la
educación, el perdón, el aprendizaje mutuo, el amor… Y no viene de la factoría
Ghibli. No es Ghibli todo lo que reluce.
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