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martes, 1 de noviembre de 2016

Un monstruo viene a verme. El libro.



        Claro que lo reconozco. Es así, no lo voy a negar. Si no hubiera sido por el bombo y platillo que durante un mes nos han estado dando los de Mediaset con la película de Bayona, yo no hubiera leído “Un monstruo viene a verme”. Hubiera visto la portada, a la que le hubiera dedicado dos segundos, y me habría dicho: Literatura para jóvenes. Y me habría ido a la sección de Novelas Gráficas, Poesía Contemporánea o Narrativa Actual, sin pestañear.

         El libro, el único ejemplar, lo trajeron a la Feria del Libro de mi Instituto. El último día, nadie había pagado los nueve leuros que costaba. Le eché un vistazo y vi que sus poco más de doscientas páginas me durarían poco más de una hora y media, y llegados aquí, me dije: ¿Por qué no? Y bueno, cayó.

        La idea original es de Siobhan Dowd, autor del que no he leído nada, aunque sé que en el mercado tiene seis libros, y el encargado de la narración, por la temprana desaparición de Dowd es Patrick Ness, el cual ha hecho un libro muy aceptable. Muy sencillo en su desarrollo narrativo, casi de guion, sin mayores complicaciones y con pocos personajes. Se trata de tocar la fibra, y lo consigue con poco, quizás en mi caso (que me he hartado de llorar) porque toca el tema de las enfermedades terminales y su funesto final, algo para lo que mi educación occidental no me ha preparado (y hace que tiemble como una hoja de un tejo mientras me sueno los mocos).

         Conor es un chico que se enfrenta a la enfermedad de su madre, con la esperanza de que ella se cure tarde o temprano, mientras encaja los golpes de los típicos abusones de colegio, la marcha de un padre que se fugó con alguien más joven y que tiene una nueva familia y el rechazo de una abuela con la que no congenia. En mitad de esa vorágine, un monstruo en forma de tejo, un espíritu de la tierra, milenario, viene a verle todas las noches. Exactamente a las 00:07, el monstruo viene a contarle una historia a Conor, como en aquel maravilloso Cuento de Navidad de Charles Dickens… Tres historias, y una última contada por Conor.

        Con prólogo de Bayona, al principio me pareció estar leyendo una versión reformada de “¿Quién se ha llevado mi queso?”, pero al final no me ha quedado otra que quitarme el sombrero. Historia sencilla, sin barroquismos, fácil de leer y para todos los públicos, casi necesaria en esta sociedad que como decía antes, no te enseña a enfrentarte a determinadas cosas.


        Lo recomiendo, y ahora veré la película, sin prisas, con más pañuelos de papel, supongo, porque aún me queda mucho que llorar.

3 comentarios:

Carlos dijo...

Yo sólo he visto la película. Me pareció excesiva y forzada. Al niño sólo le falta que le hagan una inspección de Hacienda. Y al final esa mezcla de realidad y ficción me pareció muy confusa. Ya me dirás.

Duncan de Gross dijo...

La película, a fecha de hoy,la he visto varias veces. Es bastante fiel al libro, salvo por la circunstancia de que en la película no aparece la chica-novia-amiga de Connor. La he puesto en clase, y varios alumnos lloraron.

Carlos dijo...

Me acabo de dar cuenta de que esta entrada es vieja jajaja. En el fb me salía al principio de tu muro y pinché directamente. Bueno da igual. Entonces ya podemos comentarla jeje. A mí la película me gustó sin más. Me dio la sensación que buscaba la lágrima fácil, exagerada. Al pobre chico no pueden sucederle más desgracias. Lo tiene todo. Muy forzado. Hijo de padres divorciados, acosado, madre enferma... Bufffff. Le ha mirado un tuerto jeje. Me pareció poco creíble. Y ese final jode la metáfora del monstruo. ¿Al final era real? ¿Era el espíritu del abuelo? Menudo cuento chino.