martes, 30 de abril de 2013

Ferretería Hefestos.


            Volvía de comprar el pan y la prensa económica de Micho I de Gato cuando vi una enorme algarabía en la avenida. Bajo un enorme rotulo que rezaba “Ferretería Hefestos”, se abría un nuevo negocio en el barrio, y la gente, curiosa, se apiñaba en sus escaparates en el día inaugural.

             Intrigado ante tanta expectación, no pude resistirme a la tentación de acercarme. El negocio ofrecía todo tipo de artículos de ferretería: Tornillería, cuerdas, cadenas, bombillas, maquinaria de todo tipo… Y no solo eso, sino que también productos artesanales que los propios ferreteros fabricaban en una forja en la trastienda: Anclajes, armaduras decorativas, cinturones y hebillas…Hasta castañuelas…

            …Por lo que pude oír, mientras visitaba maravillado el local, el negocio es familiar. Lo rige una pareja un tanto peculiar. Él, un tal Hefestos, es un tipo bastante feo, con pinta de lisiado y con una cojera muy visible. Ella, Afrodita, una bella joven que quita el hipo a cualquier mortal y que el día de la inauguración mostraba un generoso escote y un sublime cinturón, obra al parecer, de la forja de su marido.

            La gente en el barrio estaba encantada, y deseaban a la pareja el mejor de los éxitos. Algo que es difícil, porque la competencia en precio, no en calidad, de los chinos, la van a notar enseguida.

            Los empleados, gente joven, iban y venían por los pasillos, serviciales, atendiendo cualquier duda de la clientela. Cedalión, Alcón, Eurimedón… Rezaban sus camisas relucientes, y yo aproveché mi estancia para hacer una copia de llave y comprar un pegamento. En la puerta también compré un cupón de la ONCE (Organización Nacional de Cíclopes Españoles) a un cíclope, y vi como un tal Ares, un camorrista del barrio se enzarzaba a hostias con unos chicos en la esquina cercana bajo la atenta mirada de Afrodita que salió a la puerta a ver cuál era la causa de tanto alboroto…

            …Cuando llegué a casa, Micho I de Gato debatía con mi divina Atenea, la del peplo jónico y glaucos ojos, nacida de un dolor de tarra de su padre, la participación de Portugal en la Primera Guerra Mundial mientras tomaban un café con leche. “¿Hefestos?”, inquirió mi deidad con una ceja alzada. “Si yo te contara…”, bufó la Partenos justo en el mismo momento en que su búho se cagaba sobre mi taza recién servida…

lunes, 22 de abril de 2013

Cloris


…Perséfone paseó su minifalda, su exuberante cabellera  y su sonrisa por la avenida y dejó de llover. Pasamos del frío y la lluvia a los treinta grados y a las korés en tanga en apenas un par de días. Los Grifos llegaron y anidaron en los eucaliptos del vetusto Guadiana mientras que los estornudos alérgicos poblaban las calles de Badayork y los lotófagos trapicheaban con sus flores, recién llegadas de la isla de Yerba, que hacen olvidar a los que la consumen la crisis económica, los problemas familiares y hasta el nombre propio de cada cual…
… Yo corregía exámenes en los cuales se afirmaba “…Hernan Cortes fue un tipo que se alió con el Che Guevara  para luchar contra la dictadura déspota de Bill Gates…”, y  Micho I de Gato escuchaba Jazz en el Patio-Lavadero mientras leía un artículo periodístico sobre la situación económica en Tanzania y tomaba apuntes para un futuro libro sobre “Economía y Gatos en el África actual”, cuando sonó el timbre de la puerta.

 “Abre Duncan”, susurró con un breve maullido sin levantar la cabeza del texto y moviendo brevemente el rabo.
 Me levanté tras poner un 7,8 al examen que tenía en la mano, (había que reconocer que era de los mejores…), y abrí la puerta con fatigoso trabajo. Aún tenía que corregir cincuenta y tres exámenes más.

 “Buenos Días, caballero”, me sonrió una hermosa chica en el umbral mientras me extendía una mano con una tarjeta. Llevaba un ramillete de flores de diversos colores, el pelo recogido en una diadema de lirios y pensamientos, un sugerente escote y una nívea y amplia sonrisa que me alegró el alma casi tanto cuando se me aparece mi querida diosa, Atenea, tras tres absentas los sábados por la noche o mi musa, Clío, cuando me caigo escaleras abajo…

Tomé la tarjeta y leí: “Cloris y Céfiro. El Imperio de las Flores. Especialistas en todo tipo de Flores. Badayork”.  “Somos nuevos en la ciudad”, informó la chica mientras señalaba la tarjeta. “Yo soy Cloris”, dijo y volvió a sonreír.”Tenemos todo tipo de arreglos florales, todo lo que necesite: Bodas, Entierros…”.

 “Me gusta el Marketing de ir puerta por puerta”, le contesté. Y Cloris sonrió nuevamente. Me ofreció una Flor de Jara que acepté encantado y se despidió con un risueño guiño.

 “Una chica emprendedora, me gusta.”, maulló Micho, y yo no pude estar más de acuerdo con el gato-frac…

lunes, 1 de abril de 2013

"Hormigas negras de tamaño inusual, voladoras y torponas"



... Afuera llovía tímidamente y Micho I de Gato y yo mirábamos por la ventana del salón como la gente iba y venía por la Avenida, algunos cubiertos con paraguas de llamativos colores y muchos sin ese consuelo, pero inmunes a la lluvia primaveral. Algún fugaz Grifo cruzaba veloz el cielo, por entre las antenas de televisión y las parabólicas, buscando algún campanario donde anidar, y nosotros escuchábamos un solo de saxo muy bajito, imaginando un concierto de los que hacen época. Polifemo vendía sus cupones en el quiosco de la ONCE (Organización Nacional de Cíclopes Españoles) mientras suponíamos que escuchaba, ufano, la tertulia matutina radiofónica.
            En un escaparate donde anunciaban los inminentes Misterios Eleusinos, junto a su madre, Démeter (Profesora en la Facultad de I.T.A, Ingenieros Técnicos Agrícolas), la vimos. Sus desnudos brazos blancos y aquella melena difícilmente podrían haber engañado a nuestros sentidos. Se trataba de la bella Persefone, cuyo nombre nunca he pronunciado en voz alta, por miedo a que tanta belleza degenere en caos y destrucción. No sé veía por ninguna parte a su marido, el umbrío juez, ni a todo el sequito de siniestros abogados y fiscales que suelen acompañarle en comitiva en sus escasos paseos a la luz de Helios, liderados por Hipnos y Tánatos.
            En segundos, las nubes que cubrían el cielo y que amenazaban con redoblar su intensidad de aguacero, se disiparon. Desde la quinta planta, la pudimos ver sonreír al iniciar de nuevo el paseo de mano de su madre. Algún viandante se paró a observar el hermoso Arco Iris que nacía en el cielo, como un enorme arco del triunfo, y Micho I de Gato y yo comentamos que lo próximo que nos quedaba por ver es el regreso de esas hormigas negras de tamaño inusual, voladoras y torponas, que inundan la calle, las ventanas y los campos, cuando llega abril…