Volvía de comprar mi media barra de pan francés de la panadería, franquicia catalana, de la Avenida, con mi vieja y desgastada camiseta de “El Beso” de Klimt, mis bermudas de Carrefour y mis chanclas de los chinos, cuando fui abordado por un simpático (y numeroso) grupo de desconocidos que portaban banderolas, gorras y petos de plástico rojo, que enseguida se definieron, así mismos, como piquete informativo.
Tras rodearme, zarandearme un poco, gritarme, insultarme y llamarme “Perro esquirol” (no conozco esa raza, lo mío son los gatos), me interrogaron sobre mi presencia en la calle y mi destino. Querían saber donde trabajaba y si me dirigía a mi puesto de trabajo. Al contestarles que no, que no tenía empleo desde hacía un mes y que la situación comenzaba a desesperarme y que… Hicieron oídos sordos a mis desgracias y quejas y se fueron a tirar piedras a un escaparate cercano (dejándome solo y desinformado), concretamente el de Aracne (mi modista), la cual inocentemente con los brazos abiertos, intentaba defender su negocio de autónoma de la exaltada prole que, desatada, irrumpía como un tsunami político en todas las puertas comerciales mientras abordaban, de igual manera, a cualquier badayorkino de a pie.
Aún me recuperaba del zarandeo, buscando el aliento que me hiciera regresar a casa, junto a Micho I de Gato que seguía la Huelga General por la radio, cuando una enorme mano se posó encima de mi hombro: “El Gran Duncan de Gross, nacido bajo el Signo de Orión…”, tronó una voz que enseguida reconocí como la de Heracles, mi antiguo monitor de gimnasio (la última vez que lo vi estaba en Tercera Antena, en el programa “El Semanario” intentando reconciliarse con su pérfida madrastra, Hera… Si no lo recuerdas, revisa los posts de enero).
- ¿Qué haces por aquí?, ¿Te unes con nosotros a la huelga?. Preguntó el gigantón mientras me ofrecía unos pins sindicales que de buen gusto acepté (pensando en colocarlos en la Gatera de Micho).
- No, le contesté. Vengo de comprar el pan y ya me iba para casa. Hace un día primaveral y no me esperaba tanto alboroto, a decir verdad…
- Pues Duncan, tú deberías unirte a nosotros… Me replicó, Tú más que ninguno. Mira lo que me ha pasado en mi último trabajo con un maldito empresario… Siguió Heracles mientras saludaba con la mano a un sindicalista que empujaba un contenedor de basuras hacia el centro de la calle… Resulta que un tipo, llamado Augías, un señorito ganadero de los muchos que hay en Etremaura, me contrató como subalterno para limpiarle unas cuadras que tiene en una finca cercana al Guadiana. Imagínate, unas enormes cuadras llenas de ganado, con impresionantes doce toros que había heredado de su padre Helios (apoderado de famosos toreros y Minotauros), y el tipo no había limpiado los establos en su vida… Estaban los pobres animales hasta las orejas de heces, entonces se me ocurrió una genial idea aprovechando que el Guadiana pasaba por allí…
… Y así, a través de Heracles, mi antiguo monitor de gimnasio, me enteré del morro que le echan algunos empresarios al asunto, como se aprovechan de los trabajadores y de las circunstancias provocadas por la actual crisis económica y como Heracles, que lleva ya diez o doce trabajos a cuestas, decidió afiliarse a un sindicato por lo que pudiera pasar y para protegerse contra la Reforma Laboral…