jueves, 28 de enero de 2010

McCoen y Obama


McCoen es un gato anaranjado. Es de origen escocés aunque vive en los EEUU. Una mañana que amaneció con nieve oyó que el Presidente Obama andaba en la ciudad, así que ni corto ni perezoso fue a ver a tan insigne personaje con el fin de hacerse una foto con él o pedirle un autógrafo, pero el pobre McCoen se llevó una ingrata sorpresa por parte de Obama... Jura que a partir de ahora, votará Republicano...

martes, 19 de enero de 2010

Heracles y Hera en Tercera Antena.


Andaba yo limpiando el Arenero Real en el Patio-Lavadero (los gatos no tienen amos, pero si sirvientes), cuando oí a Micho maullar, eufórico, desde el Salón. En un primer momento pensé que estaba excitado ante el documental de “La Revolución Francesa” que le había puesto en el Dvd, y que, probablemente, debía estar disfrutando de lo lindo.


Sin embargo, al cabo de dos minutos de largos maullidos, ya me dio por acercarme al Salón, dejando, momentáneamente, mis quehaceres higiénicos-sanitarios. Micho, el gato de elegante frac, el panda felino, estaba sentado sobre sus cuartos traseros en el puff gatuno, y con los ojos como platos, miraba la pantalla del televisor.
- “¿Qué ocurre Micho, disfrutando de Robespierre?”. – Pregunté jovial.
- “No. Mira.” – Ronroneó enigmático.


En la televisión no emitían el dvd (que yo había dejado puesto) sobre el tan interesante período histórico que cualquier gato decente debe conocer, sino que Micho estaba viendo uno de esos programas tontos que emiten por las tardes en Tercera Antena donde van tipos que se sientan en sillas y te cuentan su vida, se insultan, hablan de su sexualidad, intentan arreglar asuntos pendientes con familiares, amigos, etc, mientras una moderadora hace preguntas irracionales que no suelen interesar a nadie… Un tostón de telebasura. Decepcionado con Micho, me giré hacía él en el mismo momento en que maulló: “Es Heracles, está en la tele”.


Efectivamente. Reconocí la voz de mi antiguo monitor de gimnasio enseguida. Estaba sentado en una de esas sillas multicolor, con su maza para abrir nueces a sus pies y su piel de león sobre los hombros (es su traje de los domingos), entre una gótica que mascaba chicle y una ama de casa que se abanicaba sin parar, y mientras le decía a Micho que subiera el volumen, me senté junto a él en la mesa-camilla, aprovechando que el brasero estaba puesto…


Había ido al programa “El Semanario” o algo así, de Tercera Antena, a intentar reconciliarse con su pérfida madrastra, Hera. La cual salía en otra habitación, discutiendo con un realizador. Al parecer, Heracles decía que ya desde pequeñito, Hera le tenía manía, le había intentado matar un par de veces, una de ellas siendo un bebé en la cuna (metió en la misma un par de serpientes que Heracles degolló con facilidad), le había mandado trabajar hasta en doce sitios distintos: Robando bueyes, manzanas, limpiando establos, matando a leones e hidras… Cosas normales (ahora perpara unas oposiciones de Auxiliar Administrativo para la Junta de Extremadura). E incluso había intentado meterse en su vida amorosa. Ante toda esta explicación, la presentadora del programa movía la cabeza alelada, y le decía que, su madrastra, Hera, había acudido al programa, pero que a última hora se había echado para atrás y no quería salir alegando que estaba perdiendo el tiempo, que no quería saber nada de Heracles al que llegó a calificar de degenerado bisexual y que tenía que darle de comer a una manada de pavos que tenía en casa…


-“¿Y Luis XVI y María Antonieta qué?”. Inquirí a Micho sin apartar la vista del televisor.
- “Pueden esperar. “Ronroneó Micho mientras daba, aún, más volumen al televisor.

domingo, 10 de enero de 2010

Deméter y la nieve sobre Badayork...


...El fin de semana se presentó tranquilo. El sabado por la tarde me acerqué con Micho a Carrefour a ver si veiamos algún jersey para gatos rebajado, pero la verdad es que casi no quedaba nada. La chica del stand nos explicó que ya desde el día 7 miles de personas se habían acercado al centro comercial a buscar gangas para gatos y que casi todo había volado. Lo poco que había no era del agrado de Micho, "Nada de lana, todo acrílico...", se quejaba, y fuimos a echar un vistazo a los best-sellers de una estanteria cercana, ("...Ya buscaremos jerseys en Springfield..." maulló Micho), como tampoco nos convenció la literatura de masas, terminamos sentados en una mesa de la cafeteria charlando de la Primera Guerra Mundial y sus consecuencias geopolíticas y económicas en la Europa de los años 20. Trivialidades.


El domingo compré la prensa, como es habitual, me encontré de sopetón con Sísifo que casi me arrolla con su maletón. En el quiosco de prensa, Aracne intentaba consolar a la pobre Deméter que, triste y desconsolada, lloraba y moqueaba sobre un pañuelo completamente arrugado. Al parecer su hija, Persefone, estaba de nuevo de viaje con su marido Hades, Juez del Constitucional (al que Michel IV de Gato solía seguir mucho a través de sus continuas intervenciones en televisión), y no la vería hasta finales de marzo o principios de abril. Aunque hablaban mucho por teléfono, la pobre mujer llevaba muy mal que su hija se hubiera casado con un huraño juez que estaba todo el día en el inframundo del derecho constitucional...


Compré la prensa regional para Micho, con su dominical, y a mi se me antojó adquirir "La Batalla del Río Neretva". Al llegar a casa Micho me estuvo comentando que se había terminado el inquietante "Primer Amor, Últimos Ritos" de Ian McEwan. Después de comer, sentados a la camilla y con el brasero bien caliente, Micho y yo nos pusimos a ver la película. A los quince minutos se presentó Clio, mi musa, que ligera de indumentaria (suele llevar una túnica y nada de ropa interior), por variar, se sentó a la mesa y se auto-invitó a un chocolate "Sino es mucho molestar", pidió.


Me fuí a la cocina a preparar chocolate, bien caliente, para tres con sus correspondientes pastitas. Y en ello estaba cuando oí a Micho maullar: "¡¡Nieva!!, ¡¡Duncan, Nievaaaa!!", y de un brinco me planté en el salón donde Micho, con sus enormes ojos abiertos de par en par, se apoyaba en el quicio de la ventana para ver caer los delicados copos sobre la Avenida. Abrí la ventana y en vano Micho intentó capturar con sus felinas zarpas uno de aquellos frágiles y fríos copos. Le hizo tanta ilusión ver nevar, era la primera vez que veía aquel espectaculo de la naturaleza. Hacía años que no nevaba en Badayork, y por un instante me acordé de Deméter, en su triste desconsuelo por la lejanía de su hija, y creí que aquellos copos eran lágrimas por Perséfone...

...Meditaba sobre ello cuando Clio interrumpió, bruscamente, desde la camilla: "Mmmm, ¿Viene ese chocolate?".

jueves, 7 de enero de 2010

Los Reyes de Micho.


...En varias ocasiones le dije que no valía la pena quedarse despierto, pero Micho la verdad es que estaba ilusionado con los regalos. Mientras cenábamos, se presentaron Heracles (mi ex-monitor de gimnasio), Ulises (mi monitor de Tiro con Arco) y Asclepio (mi médico de cabecera) disfrazados de Reyes Magos.

Micho se quedó alelado cuando los vio entrar en el salón de casa con las enormes barbas y las vistosas túnicas de colores. Retrocedió poco a poco, y de un certero brinco se escondió detrás de su puff. Solo se le veían las orejas y los enormes y curiosos ojos. Después, poco a poco, se le pasó el recelo y les habló de literatura y de medio ambiente. Aunque los Reyes no supieron bien que responderle, le escucharon con atención, supongo que no todos los días un gato de nueve meses te suelta un discurso ambiental y de literatura norteamericana de los ochenta. Eso si, los Reyes le dijeron que se acostara temprano, que le podía caer algún regalito... Pero Micho, entusiasmado, inocentemente ilusionado, decidió quedarse despierto para verlos llegar por el Patio-Lavadero.


A eso de las dos de la mañana se quedó profundamente dormido. Micho, a pesar de ser un gato, no es precisamente muy nocturno. A la mañana siguiente se levantó muy temprano, y maulló de alegría. Los Reyes le habían dejado, al pie de la que fue la Gatera Real de mi pobre Michel IV de Gato: "Roma y los Bárbaros" de Terry Jones y dos libros de Paul Auster, uno de sus autores favoritos (Micho ya tiene leídos nueve libros de este autor): "Creí que mi padre era Dios" y "El Libro de las Ilusiones", también había una pequeña radio de bolsillo (ideal para un gato) y un nuevo cesto de mimbre (que no le hizo demasiada ilusión ya que Micho prefiere leerse sus libros en el cómodo puff instalado en el salón).


A mi me trajeron una maleta fabulosa, una bufanda gris y los libros "Una mujer, una casa, una novela" de Wilhelm Genazino y "La Ladrona de Libros" de Markus Zusak... Ahm, y una botellita de absenta con una enigmática nota: "Estudia mucho este año, Duncan de Gross, nacido bajo el Signo de Orión..."