martes, 21 de abril de 2009

La Cooperativa (II)


Nada más entrar, el visitante se topa con una oficina a la derecha de la puerta. La nave por dentro está llena de actividad, hay todo un ejército destacado de tractores y demás vehículos agrícolas de diversa consideración y función aparcados por todo el lugar, mientras una serie de operarios, enfundados en monos azules, arreglaban unos y probaban otros, el suelo era un festival cromático de manchas de grasa, restos de paja y algunos cartones viejos, mientras que aquel techo de chapa, imitación Uralita, dejaba colarse algunos rayos del sol por algunos agujerillos de la chapa y dejaba ver su estructura adintelada, de hierro forjado, que la hacía peculiar dentro de la arquitectura agrícola civil. Esto me inspiró, por un momento, tomar notas precipitadas en mi cuaderno de notas para realizar una futura tesis que llevaría el pomposo título de “Arquitectura agrícola en el suroeste peninsular: 1.953-2.012, la utilización de los Nuevos Materiales de Construcción en los pueblos de Ejtremaura”.


La oficina estaba habitada por cuatro auxiliares administrativo, todas mujeres, de diversa edad que ni siquiera me miraron a la cara cuando entré en la oficina con un misterioso Buenos Días como tarjeta de Presentación. Sólo cuando el pestazo a Thomas Burberry inundó aquel cuchitril de portafolios y papeleos varios, se atrevieron a alzar la cabeza, como conejos en la hierba ante un posible peligro, ante mi presencia. La Cadena Dial dominaba aquellos lares. Una señora de unos cincuenta años, con gafas de pasta negra y una sosa rebeca gris me echó una visual de arriba abajo, como lo haría un láser de un Ministerio.


- Dígame.-

- Venía por lo del anuncio…-

- Bien, Cartilla del Paro y DNI por favor.-


Inmediatamente se los di, y la funcionaria agrícola tomó nota en un enorme cuaderno sin dirigirme la palabra. Comencé a abrir mi portafolio, ilusionado ante la posible reacción que podría tener en aquella mujer cuando viera toda mi titulación, trabajo de largos años de estudio en el campo de la Educación


- Bien, arreglado. No necesito nada más. Gracias. – Me dijo secamente cerrándome ella misma el portafolio con mustia indiferencia.

- Empieza usted mañana mismo, aquí a las cinco de la mañana, para la “entresacá” de la ciruela. Los pagos son semanales, se anotan las horas trabajadas. Hay un paro para comer a las diez y media de la mañana y uno para comer a las cuatro. Se sale a las seis. No olvide traer esta identificación (que era una cartulina amarilla con mi nombre, DNI y un número, el 5374), y se la presenta al capataz, el Sr. Víctor Calderón, le llevan y le traen ellos de la finca.- Comentó mecánicamente sin levantar la vista de un portafolios.


En un principio me invadieron varios sentimientos a la vez. Quería explicarle a la mujer mis diversos meritos y me sentía frustrado ante su falta de empatía, pero por otro lado, había conseguido un trabajo, en apenas dos minutos y sin necesidad de abrir la boca. Este segundo sentimiento me llevó en milésimas de segundo a la euforia, y con un gracias y una inclinación de cabeza a la japonesa salí de la oficina, y le dirigí una última mirada al salir a aquella Capilla Sixtina agrícola, iluminada por los fluorescentes de mercurio amarillentos y los tenues rayos de sol que se colaban, gráciles, por aquel cielo gris de chapa.


Al salir, exhorté un eufórico “Hasta Mañana Compañeros” a ambos grupos de hombres que seguían allí, seguramente comentando anécdotas agrícolas, con severo gesto. Yo ya era uno de ellos. Estaba feliz de serlo. Ninguno de los dos grupos hizo muchos ademanes. Los marroquíes ni se inmutaron, y los ecuatorianos se limitaron a mirarme, quizás un tanto perplejos. Al llegar a la altura del Grajo Milenario, descubrí, sorprendido, que tenía las cuatro ruedas meadas.


- Ha sido un perro. – Me indicó con el bastón un simpático viejuno que vestía rebeca y camisa grises y un pantalón de pana de dudoso planchado, mientras sus vetustos congéneres agachaban la cabeza incapaces de aguantar la risa.

- Pues debía ser grande y la vejiga a reventar. – Comenté observando que las ruedas estaban meadas a casi el metro de altura, lo cual hizo que uno de los viejunos no se aguantara más la risa y se volteara sobre su propia espalda.


Aún así, contento, como suelo estarlo cuando me entra la primera absenta de la tarde, que debe ser como un trago directo de endorfinas, me despedí de ellos con un gesto leve de cabeza y arranqué el coche, cuando metí la primera, el descojono de los viejos ya era generalizado…


...CONTINUARÁ...

16 comentarios:

BUENAS NOTICIAS dijo...

Me he leído de golpe el capítulo I y el II y ahora necesito saber más... ¿Qué pasó con este optimista nato en ese trabajo que promete?
jajajaja, me encanta tu sentido del humor!!!!

Carlos dijo...

No tengo buenas referencias del mundillo laboral campero :P A ver en que acaba todo esto...

Lilyth dijo...

Esto promete Duncan, de entrada no tienen un horario para un trago de absenta... quiero ver como te va... ;)

Merce dijo...

Enhorabuena por el curro!!!!! Ya veremos cómo se desempeña
XDXD
Besos

Azuquita Felina dijo...

Espero ya la tercera entrega. Espero que todo vaya muy bien, aunque currar vas a currar un rato.

Anita dijo...

Equípate con uns buenas botas Segarra, pantalones oferta carrefour 2x1 (baratitos) camisetas de propaganda (de esas que guardamos a tutiplén)y alguna gorrita visera por si aprieta el sol. Ya nos contarás cómo va el primer dia de trabajo. Ánimo!!! ;D

Muakk

Irene dijo...

uyuyuyuyy...
Muchas "coisas", así que por orden:
a)Enhorabuena por el curro... al menos de momento, a ver cómo se desarrollan los acontecimientos.
b)Ya decía yo que la colonia era mucha colonia para ir a pedir trabajo en el sector agrícola.
c) Yo te ayudo con la tesis de las capillas sixtinas de uralita y los materiales de construcción, estoy ahora con una asignatura que se llama "Ciencia de los materiales" que te vendría muuuy bien. Toda tuya.
d)Los "venerables ancianos lugareños" se las traen, no...?Me da que van a traer cola (nunca mejor dicho).

Un besazo y, lo dicho, suerte!!!

CMQ dijo...

enhorabuena por el curro!!! espero que no sea excesivo físicamente (en el campo ya se sabe) y que lo cuentes, que lo cuentes, que lo cuentes... como solo tú sabes. Un beso!!!

Atlántida dijo...

Enhorabuena Duncan, creo que esto va enriquecer todavía más tu creatividad literaria!

Ya sabes que a veces la gene le tiene un poco de miedo a lo nuevo, y juegan unas malas pasadas, pero en dos días, seguro que nadie se atreve acercarse a más de medio metro de las ruedas de tu vehículo, ni siquiera esos incontinentes viejos!!!

Te devuelvo la suerte, que también la vas a necesitar!!!

Natacha dijo...

Te estoy leyendo... aunque no te diga nada, gatito lindo
Un beso,
Natacha.

marguis dijo...

Yo ti empezaba a invertir en protector solar!!! ¡Trabajar en el campo es muy malo para la piel! Ja, ja ;)

Dean dijo...

Te han bautizado, ya eres uno de ellos, enhorabuena. No importa que se rían, tu sigue con tu loción y tu camiseta, verás como marcas tendencia en el lugar y pronto serás muy popular.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Simpáticos animalejos marcando el territorio, es lo que tienen los pobreticos, que la neurona ya gastada que les queda no da para mucho más...

CASIOPEA dijo...

la cosa promete, quiero más detalles por favor.
Que a educada no me gana nadie

Mary Lovecraft dijo...

cabron**s los viejos! XD

¡¡esto se empieza a poner más que interesante!!

voy a leerme el otro capítulo ya! :D

un besazo!

Moisés P. dijo...

estos perros siempre con su incontinencia urinaria....manda huevos¡¡¡¡¡