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domingo, 4 de enero de 2009

La Montería


…La verdad es que, aún siendo arquero, no me gusta la caza. En mi club hay muchos miembros que, además de ser arqueros, son arqueros-cazadores, y disfrutan yendo los fines de semana de montería por las dehesas en busca de ciervos y jabalíes que derribar con sus arcos olímpicos, long-bows, ballestas y arcos de poleas, que es como disparar con un sniper de francotirador, porque el animal tiene muy poca ventaja, aunque eso si, un poco más que con un rifle…


Meleagro me invitó este fin de semana pasado a una de estas monterías. En un principio me negué, pero como es un antiguo cliente, conocido desde hace muchos años, y la otra opción era escuchar el discurso de Año Nuevo de Michel IV de Gato que versaba sobre la Igualdad entre los pueblos del globo terráqueo y sobre el aniversario de la entrada de Fidel en La Habana, terminé aceptando la invitación.


Nos juntamos unos buenos pocos en un tosco mesón a las afueras de Zafra, casi 30. Entre nosotros se encontraba, aparte del buen Meleagro, su joven pareja, la bella Atalanta (la única mujer entre nosotros, algo que inexplicablemente no agradó a algunos), arquera veterana de mil competiciones que portaba un arco de poleas, y allí veríais igualmente a Teseo y Jasón, portadores de veloces flechas de carbono (a 60 euros la docena), a los jóvenes e inquietos hermanos Cástor y Pólux, al oportuno Telamón de rápidos reflejos, entre otros muchos cuyos nombres se diluyen en mi absentada mente.


Quedamos a las 5 de la mañana. Yo llevaba mi Gold Medalist Hoyt, un antiguo y grisáceo arco para competición en sala, y una treintena de flechas en el carcaj de diversos calibres, poco iba a hacer con él porque no tenía intención ninguna de herir a ningún animal, Atenea me confundiera llegado el caso, pero el caso era hacer el “paripé”.


Tras un frugal desayuno consistente en unas migas calientes y un café cargado, nos internamos en la indómita dehesa que despertaba, ignorante aún de nuestra presencia. Era un coto reservado de caza, llamado “El Calidón”, al parecer formado por varios cientos de hectáreas. Al cabo de andar 200 metros yo ya estaba reventado de llevar tanto trasto encima y sólo mantenía el ritmo gracias a ligeras carreras que, de paso, me hacían entrar un poco en calor. Manteníamos entre cada arquero una distancia de 50 metros al fin de hacer una buena batida del terreno. Nuestra presencia era anunciada por los ladridos de una jauría de perros que nos precedía.


Pronto, entre los arbustos y al reflejo del rocío invernal, ocasionadas por nuestra procesión y por el escándalo de los jubilosos canes, levantaron vuelo las primeras perdices y las primeras escurridizas liebres iniciaron sus locas carreras, brincando endiabladas, que hicieron que las flechas se cruzaran en su vuelo, desde distintos ángulos, dando alguna de ellas a estrellarse, inevitablemente, contra alcornoques y centenarias encinas que las quebraban como palillos.


Aquello parecía una auténtica juerga. Nunca pensé que en una dehesa hubiera tanto bicho suelto. Pero el verdadero susto nos lo dio un jabalí de tropecientos mil kilos. Una bestia parda enorme y feroz, con ojos inyectados en sangre, que surgió, repentinamente de entre las jaras. El animal se vio rodeado por alocados y jadeantes perros y de osados arqueros, aunque más bien diría temerarios, pues más de uno tiró todo lo que llevaba encima al ver ese tren de pura carne asesina embestir, y se encaramó a las cercanas ramas de los encinares que ofrecían un refugio pasajero, mientras nuestra “presa” arremetía contra los pocos perros que se atrevían a cruzarse en su camino y que malheridos eran puestos tempranamente fuera de combate o en órbita interplanetaria.


Pronto la desorganización reinó entre nosotros, la segura línea que habíamos formado se derrumbó ante el demoledor paso del jabalí de “El Calidón”. Junto a mi, justo a unos 20 metros a mi derecha la bella Atalanta, cargó presurosa, aunque inexpresiva, su arco de poleas, llevándose la cuerda tensionada hasta sus rosáceos labios, mientras que a mi se me caían todas las flechas del carcaj, aparte de otras coisas, al terruño suelo, en mi precipitado nerviosismo y buscaba en mis precipitados rezos la seguridad de la celeste Atenea.


Justamente situado tras de mi, el buen Meleagro comenzó a arrojar silbantes flechas a diestro y siniestro que evitaban, incomprensiblemente, al mastodóntico puerco que ya era un meteorito a punto de impactar contra nosotros tres. En esto, hete aquí, que la bella Atalanta soltó la cuerda que besaban sus primorosos labios y la flecha fue a herir mortalmente al montaraz y arisco animal que había hecho dispersarse por doquier a toda la peculiar cuadrilla de arqueros y perros.


El animal se paró en seco, con el mortal dardo clavado en su lomo, resopló para retomar, con las fuerzas que le quedaran, un nuevo y poderoso ataque, aún si cabe con más brío, y fue en esos eternos segundos cuando Meleagro atinó con feroces flechas que se clavaron en diversos puntos del animal, dándole muerte…


Pocas veces en mi vida he pasado tanto miedo, aún recuerdo el resoplar enérgico del jabalí en su arrebato mortal. Después tuvimos una pequeña discusión a causa del puñetero animal, pero esa es otra historia…

21 comentarios:

Gatadeangora dijo...

Menudo fiestorro...y te lo querias perder, jajajaja.Creo que luego se armó un buen pitostio a costa de la piel del bicho...Eso pá que no vayas a mas cacerias, y te quedes en casa con tu pijama el Michel y la absenta.
Besos

clariana dijo...

No te veo de cacería Duncan, menos mal que tú no participastes activamente, me imagino que no lo pasarías muy bien. Y el enorme y fuerte jabalí os quiso dar una lección. Los compromisos hacen malas jugadas... Saludos.

Irene dijo...

Me dan mucha penica los pobres bichos objeto de caza...
Ellos que estarían tan felices por sus campos... en fin, así la próxima vez te lo piensas mejor, aunque me alegro de que acabaras sano y salvo.
Besicos

ambar dijo...

qué juerga cinegética, toda la mito-vip y tú con la absenta; néctar y aguamiel es lo propio y en crátera, nada de chupito.No pongo más que me la cargo...

brujita dijo...

¡Si es lo que siempre me digo "Éste Duncan se trata con génte peligrosa..."! Yo creo que habrías hecho mejor con dejar que Su Majestad te endilgara su conocido discurso y luego a dormir como un bebé...¡Siempre nos tienes preocupados con esas amistades!

besitos volados

Anónimo dijo...

A mí me invitaron a una de rifles hace poco, pero pasé. Alguno iba más absentado que tú y lo digo en serio jajaja.

Y de tu "cacería" que decir. No es que no estés hecho para la caza, es que no estás hecho para el campo jajaja. ¿Agotado a los 200 m? ¿De qué te vale el gimnasio? :P

telémaco24 dijo...

Nunca entenderé la caza como"deporte", la puedo entender para comer, pero no por diversión, ni los toros ni tantas otras cosas que hacen sufrir a los animales innecesariamente...
Pero bueno, tampoco entenderé nunca a los q les compran trajecitos de 600 euros a sus perritos y les alimentan mejor q a sus hijos...

Hay que huir de los extremos, no? enhorabuena por el blog, preciosa tierra la extremeña y maravillosas mujeres las de Cáceres

Un saludo desde Galicia

Duncan de Gross dijo...

Ayss, que miedo dió el Jabalí de Calidón...

Telémaco, bienvenido y gracias por los halagos, es cierto, bellas son las cacereñas e inacesibles también, jajaja.

Dánae Rain dijo...

Pobre bicho, me refiero al jabalí. Sólo faltaba Diana para que la sangría huebiera estado completa.

Dánae Rain dijo...

Pobre bicho, me refiero al jabalí. Sólo faltaba Diana para que la sangría huebiera estado completa.

Anónimo dijo...

Hola Duncan, gracias por visitar la Gato-Blog de Henriketo. Es un honor encontrarnos entre tus enlaces recomendados. Quiero aprovechar la ocasión felicitarte por tu Blog, inteligente, entrañable , entretenida...y...filosófica, tenemos puntos en común...Volveremos Henriketo y yo a leerte. Un afectuoso saludo y partir de ya...estás en nuestras blogs amigas.

Dama Oscura dijo...

si, si muy rica la cecina de jabalí pero tienen un poquito de mala U, pero claro, cuando te están cazando tampoco te da la risa.Por cierto que te he concedido un premio, porque tu lo vales, pasate por mi blog.

Laura dijo...

Las cacerías, cuanto más lejos mejor, a menos para mi.
Y la mamá del anfitrión, calentándose en la chimenea?
Besos.

Anónimo dijo...

<modo babas>Un Hoyt...</modo babas>

¡Un abrazo!

La Gata Coqueta dijo...

Querida amiga; cuando pudas y desees pasate por la gatera en ella he deado unos detalles para ti, espero y deseo sean de tu agrado.

Un abrazo y hasta otro momento.

cristal00k dijo...

¿Y Michel? ¿donde estaba, mientras tu cazabas? ¿Ya sabe que participaste en una cacería? Preveo problemas en el Patio-Lavadero...
Ya nos contarás...
Besos.

clariana dijo...

Le he estado dando vueltas al tema, aunque ya hice mi comentario, pero pensé ¿compromiso?, ¿por un compromiso de trabajo o de família, no sé, ir a una cacería, una persona que es tan sensible a los animales?, claro en la vida a veces nos pasan coisas así, pero yo te recomendaría que no vuelvas nunca más, que detrás de los compromisos se han hecho grandes disparates en el mundo. Perdona por este comentario, no pretendo juzgarte y te tengo muy bien considerado, pero tengo una cabeza un poco pesada que siempre le da demasiadas vueltas a las cosas ¡que voy a hacer! Con cariño. Clariana.

LISS dijo...

A mi me da miedo la caza...Supongo que es porque me siento bastante animal y me pongo en su pellejo...
miauuuuuuuuuu
:P

La pequeña Lo dijo...

Madre mía, qué buena historia. Yo no hubiese podido contarla porque hubiese salido corriendo nada más ver a el monstruo con colmillos. Me dan pánico. No te arrepentiste durante un segundo de no haberte quedado a bostezar con el discurso?

Feliz año 2009! que la vida de ambos siga siendo así de interesante.

Anónimo dijo...

muy bueno ;)
Me pregunto en que "dehesa" se hizo la monteria... ;)

1 saludo

jorgogi
jorgogi.blogspot.com

Azuquita Felina dijo...

Duncan, la caza me horroriza, y ha sido una pena leer que el animal era por fin alcanzado y los perros arrasados a su paso.
Seguro que en un futuro proximo esos animales revivirán a manos de las deidades.
Un abrazo felino.