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jueves, 14 de agosto de 2008

Marsias


Anoche llegué a casa, me duché y me puse unos pantalones chinos, beige claro. Camiseta negra sin ningún lema y chanclas de vestir, 17,40 en Pull&Bear. Con el arrugado programa de los actos del Museo, fui volando, acalorado, al concierto de un grupo llamado “Electro Popins Jazzers”. El programa los definía como un grupo interesante para ver en directo, de estos que te hacen fusión de estilos, y que, al parecer, no dejan indiferente a nadie.

Eran cuatro chicos, y una chica, vestidos de un negro brillante sobre un “tablao” que hacía las veces de escenario. Interpretaban temas de Chet Baker, Fats Domino y Lionel Hampton, entre los reconocibles, porque algunos de ellos no los reconocí, quizás debido a la fusión, o porque los haces de luces verde-azul y roja, que el técnico de iluminación combinaba con la misma destreza que haría un loro con dos copas, me impedía a ratos, centrarme en lo que debía. Había 26 personas en el concierto. Un proyector de diapositivas nos mostraba fotos, imágenes, unas mejores que otras, de calles grises, de garitos vacíos, de prostitutas mañaneras… No entiendo muy bien la alianza de aquellas canciones, de los ritmos, con algunas de las fotos, pero en fin, acostumbrado ya estamos a estas alturas de ver cosas raras en un escenario…

Con el ritmillo de mis pies, la vista se me iba para aquí y para allá, entre los valientes asistentes al acontecimiento musical. Mi curiosidad buscaba algo interesante, aunque no sabría definir bien el qué: Dos parejas con cara de aburridos, un chico con una camiseta de “Las Hilanderas” de Velázquez (con el lema: Museo del Prado), tres señores bastante mayores que charlaban por lo bajo y con ligeros movimientos de cabeza de desaprobación… Lo clásico, diría.
Aunque fue, en la mitad, apoteósica, del “Someone to match over me” de Buddy di Franco, cuando reparé en la presencia de un tipo que estaba sentado junto a mi. Dos puestos a mi derecha. Juraría que un segundo antes no estaba allí.

- Son buenos estos tios – medio gritó con un gesto de complicidad, y una media sonrisa bastante estúpida.

Llevaba en el regazo, sobre el pantalón, una flauta de madera, muy bonita, como esas que te venden los bolivianos en los festivales étnicos que se montan en un rato en la primera esquina libre, y un extraño color de piel, como si tuviera un eccema terrible.

- Mucho actor para poco teatro – Contesté.

El concierto concluyó con cuatro aplausos y medio, y un recuerdo para el malogrado Isaac Hayes, y entre unas cosas y otras, me puse a hablar con el tipo sobre Jazz, sobre los conciertos en la ciudad, y sobre música en general. Él me confesó que tocaba la flauta y que, modestamente, según él, no la tocaba mal. Hablando y hablando, en animada conversación, ya puestos, me presenté y acabamos en “Roseburg” tomando un Dyc con cola.

El tipo era todo un erudito. Te hablaba de todos los temas con, aparentemente, bastante soltura. Al tercer Dyc se le empezó a ir la pelota un poco y confesó que había tocado, en una ocasión, hasta para no sé que Casa Real, y que él era griego. Yo dudaba mucho que aquel hippie hubiera visto, ni por Tv, a una Infanta siquiera. El “Roseburg” se empezó a llenar un poco y se presentó allí, un colega de él que lo estuvo saludando. No reparé bien en su nombre, pero me llamó mucho la atención porque creo que su apellido era Pan, no lo tengo claro, pero puedo asegurar que no se llamaba Peter. Se despidió de nosotros bastante jovial, menuda borrachera llevaría encima, o vete a saber que se había metido. Aunque nosotros, tampoco nos podíamos quejar, yo llevaba en el cuerpo cuatro Dyc y ya empezaba con los chupitos de absenta, hacía rato que andaba “estupendo”, y serían cerca de las cuatro de la mañana, y a estas alturas había ido unas 11 veces al W.C.

El tipo y yo continuamos hablando de música, de deportes (puso un mal gesto cuando le dije que yo practicaba Tiro con Arco, por lo visto un tipo con el que no se puede ni cruzar, flautista igual que él, también lo practica), y de la crisis que afecta a Aspanya. De lo cabrones que son algunos empresarios. Me estuvo contando que, una conocida suya, modista de profesión, había sido convertida en “araña” por su jefa por no sé qué movida. Nos meamos de la risa los dos. Qué cosas, ¿Qué pensaran los sindicatos de todo esto?. Que capullos los de la patronal, ya verás tu cuando se lo cuente a Michel…

Nos despedimos en la puerta del “Roseburg”. El nuevo día ya había nacido, me quedaban dos horas para llegar a casa, ducharme, cambiarme e irme a trabajar a la ferretería. El tipo, reparé, no había pagado ni un solo Dyc en toda la noche, y yo me había gastado cerca de 70 euracos. Tenía una cogorza antológica, de campeonato, y sin embargo, el tipo estaba allí, tan fresco, con su flauta entre las manos. Ni siquiera se había regalado un puto estribillo. Algo de “Acetre” por lo menos.

- Venga, colega, encantado y ya nos veremos. – Le dije con la lengua acolchada y los ojos llorosos por el humo del local.

Él sonrió y no contestó.

- ¿Cómo me dijiste que te llamabas?, no lo recuerdo… - Pregunté mientras me llevaba las manos a los bolsillos, preparado para iniciar el camino a casa.
- No lo dije… – Me replicó con tono silbante.
- …Marsias, me llamó Marsias. –

Y ya no pude decir nada más, porque un segundo después ya no estaba allí. Cabizbajo, con unas terribles ganas de vomitar, y con el estomago fatal, comencé a andar, por calles grises, de garitos vacíos, cruzándome solo con prostitutas mañaneras. Juraría que oía a Chet Baker tocar, impávido, la trompeta en algún lugar de mi mente.

Este Marsias no es mal tipo, pensé. Un poco raro quizás si, no todos los días conoces a tipos con eccemas de caballo en la piel, con cuernos, pezuñas de cabra, y encima… Flautista…

4 comentarios:

firmin dijo...

Qué genial puesta al día, entre tornillo y tornillo ¿eh?.No sé que habrá dicho Michel pero yo, que acabo de quitarme la cuerda de líneas de la garganta, digo qué modo de relacionar Marsias,Aracne, Velázquez y to-day. Chapeau!

Anónimo dijo...

Hoy me he perdido y mucho. Y eso que yo no estoy "jarto" de Dyc. He tenido que poner Marsias en el Google para terminar de aclararme jajajajajaja. No le cuentes estas cosas a Michel o pensará que estás peor que él :P

La Pequeña Candi dijo...

Me gusta la historia... Me alegro de que te lo pasaras bien.
Besotes!!!

Anónimo dijo...

Te invito a un vernisage en letras-musicas,... etc. Llévate a Michel como protección.

Nota: cuando no me deja entrar blogger es porque no estoy en mi página, sino desde fuera, pero a veces tengo que verificar hasta el ADN.
Y como estoy fuera firmo como anónimo pero soy firmin.